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de piedra, sobre los cuales

~chaban,

en lugar de vigas,

piedras largas, labradas a todas seis haces, muy ajustadas,

que alcanzaban de una pared a otra. Todo aquel gran

edificio de la fortaleza fué de cantería pulida y cante–

ría tosca, ricamente labrada con mucho primor, donde

mostraron los lnkas lo que supieron y pudieron, con

deseo que la obra se aventajase en artificio y grandeza

a todas las demás, que hasta allí habían hecho, para que

fuese trofeo de sus trofeos, y así fué el último de ellos;

porque pocos años después que se acabó, entraron los

españoles en aquel imperio, y atajaron otros tan grandes

que se iban haciendo.

Entendieron cuatro maestros mayores en la fábrica

de aquella fortaleza. El primero y principal a quien atri–

buyen la traza de la obra, fué W allpa Rimachi Inka;

y para decir que era

el

principal, le añadieron el nombre

Apu, que es capitán o superior en cualquier ministerio,

y así le llamaron Apu Wallpa Rimachi, al que le sucedió

le llaman Inka Marikanchi. El tercero fué Aqhawana

Inka, a éste atribuyeron mucha parte de los grandes edi–

ficios de Tiyawanaku, de los cuales hemos dicho atrás.

El cuarto y último de los maestros se llamó Qalla Qhon–

chuy. En tiempo de éste, trajeron la Piedra Cansada, a

la cual puso el maestro mayor su nombre, porque en ella

se conservase su memoria, cuya grandeza también como

de las demás, sus iguales, es increíble. Holgara poner aquí

la medida cierta del grueso y alto de ella, no he merecido

haberla precisa, remítome a los que la han visto. Está en

el llano antes de la fortaleza. Dicen los indios, que del

mucho trabajo que pasó por

el

camino, hasta llegar allí

se cansó y lloró sangre, y que no pudo llegar al edificio.

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