para que :fuesen hlaesttos
y
bienhechores de los rrtora.
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dores de toda aquella tierra, sacándoles de la vida ferina
que tenían,
y
mostrándoles a vivir como hombres: y
que, en cumplimiento de lo que el sol, su padre, les
había mandado, iban a los convocar y sacar de aquellos
montes y malezas, y reducirlos a poblar en pueblos
poblados, y a darles para comer manjares de hombres,
y
no de bestias. Estas cosas y otras semejantes dijeron
nuestros reyes a los primeros salvajes que por estas sie–
rras y montes hallaron: los cuales viendo aquellas dos
personas vestidas y adornadas con los ornamentos que
nuestro padre el sol les había dado (hábito muy dife–
rente del que ellos traían) y las orejas horadadas, y
tan abiertas como sus descendientes las traemos, y que
en sus palabras y rostro mostraban ser hijos del sol, y
que veían a los hombres para darles pueblos en que
viviesen, y mantenimientos que comiesen: maravillados
por una parte de lo que veían, y por otra aficionados
de las promesas que les hacían, les dieron entero crédito
a todos los que les dijeron, y los adoraron y reverencia–
ron como a hijos del sol, y obedecieron como a reyes;
y
convocándose los mismos salvajes unos a otros, y refi–
riendo las maravillas que habían visto y oído se junta–
ron en gran número hombres y mujeres, y salieron con
nuestros reyes para los seguir donde ellos quisiesen lle–
varlos.
Nuestros príncipes, viendo la, mucha gente que se
les allegaba, dieron orden que unos se ocupasen en pro–
veer de su comida campestre para todos, porque la ham–
bre no los volviese a derramar por los montes: mandó
que otros trabajasen en hacer chozas y casas, dando el
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