rencia. Cad:i uno tiene su vajilla de oro
y
de plata
y
sus
cosas
y
ropas aparte,
y
el que le sucede nada le quita.
Los caciques
y
señores muertos mantienen sus casas de
recreo con la correspondiente servidumbre de criados
y
mujeres,
y
les siembran sus campos de maíz,
y
se les pone
un poco en sus sepulturas. Adoran al sol
y
le tienen he–
chos muchos templos,
y
de todas las cosas que tienen, así
de ropa como de maíz y de otras cosas, ofrecen al sol,
de lo que después se aprovecha la gente de guerra.
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