labradas y de piedra, y la mejor de e1las es la casa de
Wayna-Qhapaq cacique viejo, y la puerta es de mármol
blanco y . encarnado y de otros colores, y tiene otros
edificios de azoteas, muy dignos de verse. Hay en la
dicha ciudad otros muchos aposentos y gra.ndezas; pa–
san por ambos lados dos ríos que nacen una legua más
arriba del Cusco y desde allí hasta que llegan a la ciu–
dad y dos leguas más abajo, todos van enlosados para
que el agua corra limpia y clara y aunque que crezca no
se desborde; tienen sus puentes por los que se entra a la
ciudad. Sobre el cerro que de la parte de la ciudad es
redondo y muy áspero, hay una fortaleza de tierra y de
piedra muy hermosa; con sus ventanas grandes que
mi–
ran a la ciudad y la hacen parecer más hermosa. Hay
dentro de ella muchos aposentos y una torre principal
en medio, hecha a modo de cubo con cuatro o cinco
cuerpos, uno encima de otro; los aposentos y estancias
de adentro son pequeños, y las piedras de que está he–
cha están muy bien labradas, y tan bien ajustadas unas
con otras que no parece que tenga mezcla, y las piedras
están tan lisas que parecen tablas acepilladas, con la
trabazón en orden al uso de España, una juntura en
contra de otra. Tiene t antas estancias y torre que una
persona no la podría ver toda en un d ía; y muchos es–
pañoles que la han visto y han andado en Lombardía y
en otros reinos extraños, dicén que no han visto otro
edificio como esta fortaleza, ni castillo más fuerte. Po–
drían estar dentro cinco mil españoles; no se le puede
dar baterí a, ni se le puede minar, porque está colocada
en una peña. De la parte de la ciudad que es un cerro
muy áspero no hay más de una cerca; de la otra parte
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