pasado glorioso; todo con un carácter de vejez galana
que da al Cusco el encanto de las ciudades antiguas,
con sus patios conventuales, sus portales de piedra, las
torres de sus templos, que las lluvias y el tiempo han
dignificado, y el tañir de sus cien campanas.
·
El Arte Indio, producto de una civilización abolida,
de una raza cuya intelectualidad se extinguía, tuvo que
plegar sus ideales estéticos ante las nuevas ideas inva–
soras. El culto perdió su carácter activo conjuntamente
con las leyes
y;
organización social que lo sostenían.
Cumplido su ciclo de esplendor y de decadencia su
renacimiento
e.raimposible.
Vino el conquistador español y sobre las bases hu–
meantes de la sociedad incaica, implantó nuevas normas,
nuevas leyes
y
nuevas condiciones de vida. Sobre los
mut'os incaic0s plantó la cruz que coronaba el puño de
su espada, cuyo lema era "Intolerancia". Fué con la
punta de aquella espada que destruyeron los muros de
las fortalezas,
qu~
edificaron nuevos templos, que im–
plantaron la civiJ.ización de otros países y trat aron de
impedir la fusión del complicado arte español con el
iucaico
1
que aunque primitivo, era noble, sencillo e
im–
ponente c0mo la natu!ialeza que lo rodeaba.
Mientras el dominio de la cruz no se vió material y
espiritualmente asegurado, el caos y la destrucción rei–
naron en la ciudad sagrada. Los viejos templos del sol,
como el Qorikancha, recibieron al nuevo culto, y cuan–
do los edificios incaicos no eran apropiados se destru–
yeron elevando otros con las mismas piedras indias que
un apresuramie.nto iconoclasta arrebataba a los viejos
IlílUros.