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CARLÓS CAMINO CALDERON
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eiJviara en busca de Bancayán, lo encontró a tres leguas de
distancia, en pleno despoblado, medio muerto de pena y de
fatiga.
Reintegrado a su rancho y al afecto de sus amigos de
' 'Huápalos", Bancayán se acurrucó en su hamaca de piola,
y
no -quiso saber nada de nadie
! ·
Tres, cuatro, cinco días pasaron ... En la madrugada del
Sk'xto, Bancayán hizo ,Una müeca y ¡estiró ·ta pata! .,
A los 112 años de-edad, había muerto de amor! ...
AMOROSA.-Con este delicado y poético término, se
refería el Gran Mariscal Don Ramón Castilla a la mujer del
soldado peruano.
Aseguran que se ponía
como un pepián,
cuando oía la
¡:.a-labra
Rabona
que era la que se usaba para designar a la
fiel compañera que seguía al soldado a tooas partes, le pre–
paraba el rancho, e lavaba la ropa, le atendía en sus enfer...;
medades, le quitaba los
pio~ (i)S
y lo acompañaba a emborra–
charse. Todo esto, en cambio - .solamente- cle peinarla de
vez en cuando, sacarla a asear, y propinarle algunos moji–
wnes
que hacían exclamar a 1
Rabona,
llena cle gozo:-¡
Par–
que mi quieres mi porreas!-.
No es extraño pues, que a la vista de tanta abnegación,
el bravo y generoso Gran Mariscal sintiera viva simpatía por
la mujer del soldado,
y
que manifestara esa simpatía dán–
dole el delicado y poético nombre de
amorosa.
ANCHANCHU.-Ser malo como el
anchanchu,
es
-entre 'los indígenas del sur del Perú,
y
Q.e
Bolivia- asunto .
muy serio.
·
'
Al
anchanchu
se le concibe como un viejo cabezudo, cal–
vo y propietario de un
prolapsus inesentéricus
que le arrastra–
por
el
suelo. Habita en las cuevas, en los ríos y en los edi–
ficios ruinosos.
Esa siniestra deidad, atrae a sus víctimas con dulces pa·
lc..bras y zalamerías; y después, las hace enfermar o las ma–
t<:. Además, produce huracanes, destruye los sembríos,
y
chupa la sangre de los animales.