Table of Contents Table of Contents
Previous Page  317 / 444 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 317 / 444 Next Page
Page Background

313

Igualmente se han podido observar un número bastante crecido

de dermatitis debidas al uso de cosméticos, cremas, antisudoríficos,

tinturas coloreadas, ' ' rouges' ', etc, sumamente empleados en la

"toilette" de las mujeres, sobre todo.

Ya en 1927, la sección de Dermatología de la "American Medi–

ca! Association'' había practicado una encuesta sobre tales produc–

tos, y recientemente en Francia, Laurent, Levy Franckel, Juster,

Audry y Valdignié, han llamado la atención sobre las lesiones loca–

les o segmentarías de la piel, producidas por ciertos productos del

comercio (P. FERNET

Y

R.

GIRAUD:

L'Année Mé.dicale Pratique,

1930.

Mas conviene reconocer que en ninguno de ellos entran compo–

nentes vegetales, tratándose por consiguiente 'de productos total–

mente químicos. En efecto : las cremas llamadas ' ' Freckle Cream''

o "Pompeiam Night Cream" contienen cloruro de mercurio o mer–

curio amoniacal; los ' ' rouges'

7

que producen dermatitis contienen

eosinato de sodio cuya acción fotos.ensibilizatriz es conocida (AUDRY

Y

V

ALDIGNIÉ:

Société de Dermatologie et Syphilologie,

13 de di-

ciembre de 1928). e

los desodorizantes, depilatorios

y '

'tónicos del e be

'a de sus-

tancias ·químicas rri

sonas sensibles, e e

Las dermatit ·s pro es1on

que hemos mene ona

el quebracho col

r LII<A ~....,.;¡;;.~~~

rosos obreros

y

la forma de tintur ra

go

iz

el cabello

y

algunas paisanitas

para colorearse las mejillas con su hermoso tinte rojo.

Si las dermatitis de tocador debidas al quebracho colorado son des–

preciables por la proporción escasa en que se producen, las dermati–

tis

profesionales tienen grandísima importancia. En efecto: miles de

obreros santiagueños trabajan en los bosques en la explotación de esta

madera, cuya variedad ocupa casi las dos terceras partes de la pro–

vincia de Santiago. Aun cuando no ha podido ser levantada una

estadística de los que anualmente se enferman por esta causa, es

de creer que la cifra es abultada, desde que el mal no deja inmunidad

y

sí, una sensibilización especial que acentúa más el índice de mor–

bilidad.

Muchos obreros han dejado definitivamente el hacha por conse–

cuencia de las reiteradas agresiones del mal; muchos otros sufren

las molestias inherentes a la enfermedad, prurito, dolor, insomnios,

fiebre, con estoica entereza, pero los rendimientos útiles de su tra-