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nada
y
a la nada puede reducirlas por solo su voluntad.1
[44] Pues los ángeles, los hombres y los demonios, si algo'
quieren hacer, han de valerse forzosamente de alguna cosa
ya preexistente, y si, por el contrario. quieren deshacer o
destruir esto mismo, lo han de convertir en otra cosa, de la
misma manera que es imposible que un albañil o carpintero
haga algo de la nada, sino que, necesariamente, ha de valer–
se de piedra, madera u otros materiales, lo mismo ·que si
quiere destruir una casa ha de reducirla a maderas, tierra o
piedra; es decir, a la misma materia que utilizó en su cons–
truéción.
[45] Esta es la razón por la que no llamamos creador a
un artífice y sí aplicamos este atributo a Dios con todo de-.
r~cho
y exactitud, por haber heGho El todas las cosas de la
nada y ser capaz de reducirlas a esa misma nada. Por esto,
le llamamos Creador.
D.-¿ Y qué queremos significar al llamarle creador del
cielo y de la tierra? ¿Por ventura no ha producido El mismo
•el aire y el agua y las piedras y todo lo que la tierra produce
juntamente con fos hombres y
~odas
fas cosas?
[46] M.---Al señalar el cielo y la tierrn comprendemos
todo lo que en ellos S'e contiene. Pues de la misma manera que
cuando decimos que el hombre consta de alma y cuerpo en–
tendemos por este último la sangre, los huesos y demás miem–
bros, y bajo la denominación de alma abarcamos el •enten–
dimiento, la sabiduría, la voluntad y las demás potencias
y
facultades, así también al hablar del cielo y de la tierra com- .
prendemos en ellos todo lo que hay en la trerra y en el cielo;
[47] esto es, el aire, las aves, Jas nubes y los ángeles en éste,
y el mar, dos ríos, los ·peces, los árboles, las piedras, ·etc., en
aquélla. Pues bien, todo lo que en los cielos y la tierra se con–
tiene, todo absolutamente h,a sid9
cr~ado
por Dios
g~
la nada
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