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[19-22]

hizo verdadero hombre en las entrañas de la Santísi–

ma Virgen María. Y de esta suerte el que antes era sófo

Dios, sin dejar de serlo quedó hecho hombre. [19] El cual,

después de haber estado tr.einta y tres años entre los hom–

bres enseñando el modo y el camino de alcanzar el cielo,

murió crucificado, para aplacar de este modo la ira de Dios

Padre por nuestros pecados. Resucitó al tercer día después

de su muerte; y a los cuarenta subió a los cielos. Este es el

misterio de la, encarnación, pasión y muerte de nuestro Sal–

vador.

[20] D.-¿Y por qué son éstos los dos misterios prin–

cipales de nuestra Fe?

M.-Porque en el uno se contiene el origen primero y el

fin último del hombre, y

el

otro encierra los medios de que

hemos de valernos para un día

alcanz~.r

ese "fin último". Y ·

es precisamente por esto de reconocer

y

creer 'estos dos mis–

terios por lo que nos distinguimos de los Gentiles, Turcos,

Herejes y Judíos. Y si no creemos ni reverenciamos esto que

primordialmente hemos de creer y reverenciar, de ningún

modo podremos salvarnos e ir al cielo.

[21] D.-¿Y cómo se contierren estos dos misterios en la

señal de la Santa Cruz?

M.-Hacemos la señal de la Santa Cruz diciendo "en el

nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" y hacien–

do una cruz sobre nosotros, pronunciando "en

1

el

nombro del

Padl-e", en

la

frente; "del Hijo", en el pecho, y "del Espkitu

Santo" , desde el hombro

izq~ierdo

hasta el derecho. [22]

Esas dos palabras "en el nombre" que pronunciamos nos en–

señan que hay un solo Dios; pues no decimos "en el nombre de

Ellos", sino "en el nombre de El" solamente, pues hay

un

solo

Dios y de ningún modo muchos. Su divino poder se nos mues–

tra al decir "en el nombre de El" , al ser un solo Dios en tres

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