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padre jesuít a, [7] . el cual,_para poder bautizarla, empezó
a enseñarla con gran esfuerzo la Doctrina Cristiana. Pero la.
enferma ni aun la señal de la .cruz llegó a ·aprender, a pesar
del denodado empeño que ·el Padre había pl,lesto en instruirla.
A pesar de esto, el Padre, haci'endo uso de las facultades a él
concedidas, y en _vista de que la .enfermedad se agravaba en
proporciones alarmantes, decidió bautizarla, y así lQ hizo,
mairchándose seguidamente a otra ciudad, donde r eclamaban
su presencia. [8] Dos días después de haberle sido admi"
nistrado el bautismo, tanto la postró
fa
enfermedad, que
quedó sin sentido y como muerta. Sus convecinos ya la llora–
ban como tal y se disponían a darle sepultura, cuando he aquf
que a la mañana siguiernte al día de su muerte
comenz~_ a , dar
señales de vida, produciendo en Jos circunstantes el consi–
guiente sobrecogimiento, y rompió a hablar en estos tér–
minos: "Me pareció que yo escalaba la pernli'ente de un gran
monte, en cuya cumbre se extendía una vasta ailitipJanicie,
[9] que coronaba una hermosa casa de oro, a
fa
que nada
podía igualar en belleza y fastuosidad. No me deja–
ron entrar en ella, pero al poco . tiempo se me apareció
Nuestra Madre la Santísima Virgen María; a su ·dulce Hijo
Jesús no le vi por encontrarse dentro de aquel suntuoso pa–
lacio. Entret anto , Nuestra Madre fa Santísima Virgen me
preguntó, en presencia de un ángel con rostro y figura hu–
mano~,
si yo •era cristiana. "Si eres cristiana, me dijo, ¿cómo
no sabes rezar? Pues es preciso que sepan hacer esto todos los
cristianos..." Como yo me quedara callada (por no saber qué
responderle) , ella, ar r odillándose, me dijo: "Ea, hijita, t ú ve
repitiendo todo lo que diga." Y en menos de un abrir y
cerrar de ojos me enseñó el Padrenuestro, el Avemaría
y
el
Credo. Hecho esto: "Ya puedes r etirarte, hijita
~ía-me
.dijo la Virgen-, pues todavía no ha llegado la hora de tu
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