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por el Príncipe de Jos demonios, preguntó, apenas le vió, a sus
compañeros quién era aquél que dormía en aquel rincón del
t emplo.
[31] Fueron a verle los demonios , y al punto .volvieron
gr itando que allí había un arca, vacía por dentro, pero que
guardaba por fuera un magnífico tesoro, y al momento des–
aparecieron de su vista. IDl Judío entonces se dirigió a la
ciudad .a ver a!l Obispo. Ya en su presencia le preguntó si por
ventura el
diablo.lehabía tentado para que pecarai. El Obispo,
ruborizado, dijo que no había sufrido semejante tentación.
[32] "¿Por qué lo niegas?-le arguyó el judío-. ¿Acaso
no es cierto que tú te acercaste a esa mujer con_intenciones
deshonestas?" Como el Obispo, con el rubor en el rostro, ne–
gara segunda vez: "No te empeñes en negar--J'e dijo-, que
ayer al atardecer (a la hora de Vísperas) t e acercaste a ella
y aún te atreviste a tocarla en el hombro." Viendo el Obispo
que lo que el judío decía era verdad, despidió de su casa a
aquella mujer, llevando a partir de entonces una santa vida
y consagrando después un templo cristiano en el lugar mismo
en que se alzaba el templo del ídolo. [33] · Convencido por
su parte el judío del poder de la Santa Cruz, reclamó el bau–
tismo, y .después de ingresar en el seno de la Iglesia Cristia–
na, gusta,ba ,de · hacer con mucha frecuencia la señal de la
Santa Cruz, acordándose así de que gracias a ella él se había_
liber tado, cuando aún no era cristiano, de las garras
del demonio. Y puésto que esto es así, hijitos míos, grabad
en
vues~ras
almas la señal de la cruz y venerad humilde y de–
votamente a esta Santa Cruz, sin olvidaros un momento· de
que en ella murió por expiar nuestros pecados Jesús Nuestro
Señor. [34] No olvidéis tampoco ·que, cuando Cristo venga
a juzgarnos, ha de aparecer en el cielo la señal de la Cruz.
Y entonces, a los que en vida no hayan V'enerado la muerte
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