CACHABAMBAS
var la pólvora el cazador.-7. Ed Puerto Rico,
nalgas o posaderas. Dícese también en Galicia.
. -HACER LA CACHA.
fr.
fig.
fa~.
En Guatemala,
procurar hacer diligencias.-2. En Chile, burlar–
se de uno con gestos y ademanes.
CACHABAMBAS.
tri.
pi. Indios que residían en
la comarca del Cuzco, en
el
Perú.
CACHACA.
f.
En Colombia1 la mujer del sqlda–
do, compañera suya en · la vida de cuartel y en
campaña. También llamada
gulumba, juana
y
zapadora.
•
La
Joldadera,
de Méjico;
machucada,
de Chile;
rabona,
de Bolivia.
CACHACERA.
f.
Lugar donde se echa la cacha–
za del guarapo, en los ingenios, o trasto apro–
piado para ello.
CACHACIENTO, TA. adj. En Chile, dícese del
que tiene mucha cachaza; cachazudo.
ú.
t. c. s.
255
CACHACO, CA. .m. y ·f. En Colombia, Venezue- .
la y el Ecuador, gomoso, le-chugino, petimetre,
que 'sigl:Je los caprichos de la moda.-2. En Co–
lombia, desaliñado en el vestido.-3. En Puerto
Rico, español de ideas reaccionarias.-;+ En Co–
lombia, nombre de una clase de plátano de gran
tamaño_ y fruto ordinario que .sólo comen los
animales. Llámase también
núme,ro, tres filos
y
locho
o
popoche
(tal vez el mismo
topocho,
de
Venezuela~,
o
pocho.
m. pi. Rizos que las mu–
jeres se hacen sobre los temporales o en la frente.
___ #
Los "cAcHAcos"
DE
BocOTÁ
Por Laureano García Ortiz.
La voz
cachaco
figura en la última edición
(la ilustrada de 1927) del
Diccionario A cadé–
mico de la Lenqua Española,
como un colombia–
nismo sip.ónimo de lechuguino y ' petimetre. Esos
académicos están mal informados: bien sabemos
aquí
q~e
a esa palabra nuestra .no le ·prestamos
tan pobré y reducido significado.
En la adaptación española del
Pequeño Larous–
se Ilustrado,
h~cha
por el afamado lexicógrafo
don Miguel de Toro y Gisbert, se ha'lla que
ca–
chaco
es un colombianismo que significa "elegante
petimetre". Ahí se · introduce. ya la noción de
elegancia. Algo· es algo, pero todavía muy poco
para
nosot~os,
que inventamos la palabra y he–
mos poseído y poseemos la cosa o persona así
designada. Cosa o persona, por- cierto, muy com–
pleja, que no cabe tampoco en tan estrecha ex–
pli'caci6n.
Bien .sabic;lo es que en los diccionarios es don–
de encuentra uno de ordinario la mala definición
que necesite.
.Como estamos en charla de
cachacos
y no en
disertaciones académicas, bien podemos tomarles
el pelo a los diccionarios. ,
Un académico, compuso alguna vez esta de- /
finición:
"Cangrejo,
insecto coloraduzco
qu~
camina para
atrás."
Al académico se le ocurrió, por excepción, mos–
trarle en consulta tan exacta y científica defini–
ción a un sabio, que no puedo fijar si fue La•
place, o Cuvier, o Humboldt.. .
Y
digo por
excepción, porque los acaaémicos no acostumbran
c9nsultar a nadie, cosa que bien se ve por lo que
les resulta y que yo sé por experiencia, ya que,
aquí donde me ven ustedes, yo también soy aca–
démico. El sabio r.esolvió la consulta así: "Sólo
debo observar que el cangrejo no es insecto, no
es coloraduzco y que, cuando no se lé obliga a
CACHACO
r,etroceder, camina siempre para adelante. En lo
demás, la definición es exacta y completa."
Pero dejemos los diccionarios y sus definicio–
nes, y busquemos la de
cachaco
en nuestros clá–
sicos, porque es de saberse que ya los colombia–
nos tenemos clásicos; para derltro y para fuera••
Esos nuestros clásicos se llaman Rufino J. Cuer–
vo, Miguel Antonio Caro, Manuel Ancízar, Ma–
nuel Uribe 'Angel, Santiago Pérez, Felipe Zapa–
ta, José Manuel Marroquín, Marco Fidel Suárez,
César Conto, Jorge Isaacs, Rafael Pombo, Carlos
Martínez Silva, Fidel Cano, y media docena más.
Naturalmente, ya no son de este mundo, pues nun-
1ca los hay vivos. Para ser clásico, es preciso ha–
berse muerto.
La primera definición que conozco' de nuestro
cachaco,
la hizo en el trascendental periódico de
ese mismo nombre, "El Cachaco," env el año de
1833
1
su principal redactor, el célebre don F:lo–
rentino González. Allí se dice que se dio tal
nombre, despectivamente, ,por los
dicta~oriales,
a
los jóvenes y. estudiantes liberales que dieron en
tierra con la dictadura bolivariana de Urdaneta
en el
a~o
de 1830.
Don Rufino J. Cuervo en sus "Apuntaciones
Críticas del Lenguaje Bogotano" -quinta edi–
ción- dice:
"Cachaco significó primeramente entre nosotros
desaliñado en el vestido.. Como por los años de
1830 los jóvenes liberales, y en 'particular los es–
tudiantes, tomaron calurosamente parte en Jos mo–
vimientos que precedieron y acompañaron la crea–
ción de la · Nueva Granada, sus contrarios los
llmnaban desdeñosamente cachacos; pero, habien–
do triunfado, lo que había sido denigrativo se
hizo título de honor, y vino la voz a significar
joven eilegante .Y garboso, no pocas veces amigo
de aventuras: hoy es uno de tantos equivalentes
de lechuguino, petimetre."
Este apuntamiento del señor Cuervo, nos hace
recordar que lo propio aconteció en Flandes, du–
rante Ja época terrible de Ja represión sangrien–
ta de
J.aslibertades flamencas por el poder es–
pañol ,de Felipe
JI
y del Duque de Alba. Los
liberales in.surrectos de Flandes, entre ellos los
burgueses ,ricos, fueron llamados Jos mendigos
(les gueux.)
Ellos aceptaron el nombre y enno–
blecieron el vocablo, y · lo convirtieron para la
historia en sinónimo de héroes
y
mártires.
En las repú blicas del Pacífico, la palabra
ca–
'1
chaco
mantiene un significado despectivo. En
Chile es persona siútica, como allí se
di~e,
es de- ·
· cir, cursi. En el Perú, es el agente de policía,
naturalmente mal querido·, como aquí el chapol.
Otw' de nuestros clásicos, Juan de Dios Res-
• trepo, .el intencionado
y
nervioso escritor ·que Co–
lombia y América conocieron bajo el seudónimo
de
Emiro Kastos,
escribió en el año de 1858 un
artículo de costumbres y de crítica social fotitu·–
lado
Los Pepitos.
E llo hace, pues, cosa de setenta
y cuatro años . .'.
En tal escrito, el cáustico -costumbrista se re–
fiere a la desapárición del tipo legendario del
cachaco,
describiéndolo así:
"El
cachaco
ha sido siempre el representante
más catacterizado del buen humor y del espíritu
bogotanos. Entre los veintidós y los treinta y cin–
- co años comienza y acaba su carrera. Chistes es–
cogidos, ocurrencias afortunadas, elegancia en el