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Los
l~ero
adoptan var iadas formas, r·eductibles a tipos; pueden
ser cabezas, timbales o estar sostenidos por figuras. Los hay li–
sos, con decoraci6n policroma y con incisiones en la madera. La
mayoria proceden de Cuzco y la madera de que estan hechos pue–
de ser el
Huayalwn
(guayacurn oficinalis) de que nos ·habla Jij6n
y Caamano,
Chachacuma, chunta
o
kollo
durisimo, citado por Pos–
nansky. Indudablemente los
kero
de mayor belleza son los que lle–
van escenas policromas alrededor, hechas con laca semejante a la
usada por los mocoas hoy di a o por los indios en Pasto
64
,
producida
por la goma de la planta
niopa-mopa
(dacha utilis)
65
y cuya apli–
caci6n a los vasos fue observada en el siglo
xix
66
por Andree en–
tre los indios de Pasto. Con ello vemos que lo que se dice en el
catalogo de la exposici6n de
Arte
Inca
(pag.
I4),
sobre la fabri–
caci6n de los
lcero
en los siglos
XVI
y
xvn
bajo los espafioles, po–
demos hacerlo tambi<en extensivo a nuestros tiempos.
Algunos
lcero,
como el de la lam. XLI,
2,
son de una extra–
ordinaria riqueza, pues sintetiza, por as! decirlo, los dos reprodu–
cidos por Posnansky: tiene una escena sernejante a la de su la–
mina I y lleva en el centro el sol (como en su lam. II), el cual, como
sabemos
67
,
se hallaba en el Cuzco juntamente con la luna.
La antigi..1edad de los
kero,
vali.osisimos por su arte, d·e la co–
lecci6n
J.
L.,
no debe elevarse a tiempos muy anteriores. Fije–
monos en el de la lam. XLIII,
I
y observemos en el una batalla
en que ya aparecen europeos
(
espafioles, fig.
r. •).
Este vaso no
dista estilisticamente nada del resto de sus compafieros. Remos de
suponer, por tanto, que pertenecen a un momenta artlstico, que si
no es posterior a la Conquista es por lo menos contemporaneo.
Opinamos con el autor del catalogo de la primera exposici6n que
la decoraci6n de los
kero
guarda gran parentesco con los dibu-
gura
17),
Casabindo
(Rosen,
l90S.,
lam. IX, fig. 3."
y
otro Uhle),
Cochi-
110ca
(Ambrosetti, 1902, fig. 51, pag. 67),
Tiahnanaco
(Boman, 1910, pa–
gi na
234)
y
Tisale·o
(J.
Jij6n
y
Caamano, lams. XXXV-VI).
64 Max Uhle, 1889, II, lam. 5."
y
r.a
65 Jij6n
y
Caamano:
Un ceme11,terio ..
.,
pag.
42.
66 Andree:
La America eqiiinoccial.
Barcelona, 1884, pig. 755.
67
R. Lehmann Nitsche:
Coricancha. El Altar mayor del Sol en Cuz –
co.
Rio de Janeiro,
1922.
Cong r. Internacional de Historia de America.