- 85 -
cantidad, dentro de Tncumán, en Tafí del Valle. Ha–
blando de e1los dice Ambrosetti lo siguiente: «Es–
tos han pertenecido quizás a u31a raza de hombres,
distinta de los calchaquíes, que debe haber 11evado
a cabo la construcción de estos singulares monu–
mentos, en épocas sumamente remotas,
y
emplean–
do largos períódos de tiempo. Esa raza debió ser de
una constancia y de una energía indomables. Casi
todo el suelo del valle de Tafí está cubierto de res–
tos de los ciclópeos trabajos que llevaron a cabo.
«El suelo que al principio hace la impresión de es–
tar ll eno de piedras esparcidas, fijándose bi en, la
vista se cansa de seguir los extraños dibujos que
ellas forman, ya alineadas en una dirección, ya for–
mando amplios círculos de diez
y
veinte metros de
di ámetro, unos al lado de los otros, ya como grade–
rías de anchura diversa, o ya como pequeños corra–
l es, rectángulos, etc., que se suceden por l eguas y
l eguas, y que revelan la intención de haber querido
dar alguna forma
y
disposición a ese inmenso cúmu–
lo de rodados que cubría el valle, cuando estos hom–
bres extraordinarios entraron
en
él.
«En -0ua to a los menhires, todos ellos han sido
transportados quizá desde lejos, pues allí, en el sue–
le., no se halla
la
piedra en que han sido tallados, ni
tampoco bancos de la misma, que puedan dar trozos
de la longitud casi constante de 3,20 metros que
tienen en su mayor parte»
(op.
V, págs . 112-114).
Ambrosetti describe también algunos de estos