podrían llamarse
t.~nderos
en cualquier otro país. Son tañ
pocos los blancos, en conjunto, que apenas puede distingtdr–
seles en las calles. y el aspecto del lugar es, por consiguiente,
el de una ciu-dad .enteramente indígena. (1) Apenas hay algo
que pueda llamarse sociedad, aunque la clase superior es
hospitalaria
y
franca y mucho más sincera y menos amane–
rada que la clase correspondiente de las ciudades de la
Cos~
ta, -donde las costumbres nativas han sido sacrificadas por
un vano deseo de imitar los ademanes y gracias del extran–
jero. Algunas de las familias antiguas llevan una vida de
buen tono
y
sus casas están montadas con verdadera ele–
gancia. Alg·unas de ellas conservan departamentos con
pe~
sados cortinajes bordados de damasco y los ricos
y
sólidos
muebles tallados de hace dos siglos, de la época en que la
nobleza y el oro del Perú estaban concel!\trados en el Cuzco.
Otras·están amuebladas al estilo moderoo francés, con gran–
des espejos, cómoctas embutidas
y
grandes pianos traídos de
la costa con infinito trabajo
y
a costo fabuloso.
. Vojr
a referir e espe0ialmente a la residencia de la difun–
ta señora Centeno que iVrivía en la plaza de Sao Francisco,
cuyas atenciones para con los extrajeras eran pi·overbiales y
que logró honrosa, reputa cjón como coleccionista del mejor
y más valioso maseo de antiguedaides del Pe,;ú, H;sta casa se
llamaría "palacio" aún en Venecia si no por su arquitectura
por su extensión. Por la amplítud de sus departamentos, su
rico y variado contenido, y su decorado, podría compararse
honrosamente con algunos de los más beUos·del Gran Canal.
La señora Centeno contaba algQ¡Uas
anécdo~as
.qivertidas
.~cerca
de Castelnau
y
otros viajeros
y
especialmente de un
francés llamado Lorenzo Saint Criq, quien, con el nombre de
"Paul Marco
y",
publicó después de muchos años, una des.–
cripción del Cuzco
y
otras partes del Perú.
(2)
Una descrip–
ción del museo ocuparía un volumen
y
me co1.1tentaré con
(1)-Es una exageración tan grande como la de creerse todos blan–
cos, cosa que ocurrió en .el últit;no
cen~o,
como si ll!, blanoura fuera ·signo
inequívoco de superioridad.-Nota.del T.
(f)-El
p?·oftsor Raymondi, en un t;rabujo sobre el Río
San~aban
y Aya–
·pata, publicado en el volumen XXXVII del
Jo'urnal of the Royal Oeogra–
phlcal Soclety of London,
denuncia·como "absolutamente falsas"
las
arji1·ma–
cwnes dél señor Pablo Marcoy y dice que sus Ubros
"Voyage a Travers
L'Amerlque du Sud"
y
"Scenes y Payasages dans les· Andes"
deben conside–
rarse cumo fruto de una viva imaginación antes que como obras veríd;cas. Y
se lamenta "de que habiendo tenido opo1·tunidad de ,-vísitar 1·egiones inexplo–
-radas haya empleado su talento
en.untrabajo de esta clase, tan desviado de
la
verdad, cuando tan
sólo
con descl'ibi?· jiel;merde países tan nuevos como el