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EXPLORACION E INCIDENTES DE VIAJE -----
de
juntar las piedras que h3:bían desmoronado: m11s fácil
es destruir que editicar.
En la vecindad de Chinchero hay grandes rocas talla–
das semejantes a la!'! de Saosahuarnan, más bellamente la–
bradas si fuera posible
y
tan enigmátkas co111o aquellas.
La más interesante es una de piedr.a calcárea cortada en
gradientes y con una gran protubentncia como el pedestal
de una estatua, sobre la cual, está grabada en alto
relie~
ve la
figurad~
un puma yacente, con uno de
su~
cachorros
ent.re~as
pierna;s
~amo
si estuviera
mam~tnJo.
El
dise~o
y
· la actitud
~:~e
d1stmguen pei'O los detalles se han pe1'd1do,
puesto que es costumbre de los chicos del
puel~lo
anojar
piedra!:! contra el
gato de
Jos
gentiles.
Las manos de· los
antiguos curas, probablemente, dañaron mucho la obl'a.(l)
Dos legua& más allá de Chiuchero llegamos al abrup–
to borde de la 111eseta en ·que se encuentra
y
contemplamos
casi verticalmente debajo el valle de Yucay a 40 .)0 pies ue
profundidad. Aquí el viajero ·se detüme instintivamente,
pues el paisaje que se le presenta es nunca visto e insupe–
rable en lidlert:a o grandiosidad. En frente se eleva el gigan–
tesco ramal de lgs Andes que separa: los va.Hes de Vilcarna–
yo
y
Paucartamoo con
abrupto~:~ declive~
de roca desnuda,
altos picos nevados y argentados glaciares, puntiagudos
brillantes, atstintos, excepto cqand0 las nubes se elevan de
su vertiente oriental aTa disolversé en ráfagas de hielo en
la cumbre. Los grandes picos de Chicón, Huacahuasi y <;u.l–
ca (le hierguen con majestad s6lo coro parable a la del enor–
me Sorata y con la impetuosidad de los picos Alpinos
Jung–
frau, Eiger
y
Matterhorn. Los glaciares que se encuentran
entre ellos tienen una extensión comparada con !oH de los
Alpes, como la de una pradera del Oeste
~o
relación con .u-
na vega del valle de Nueva Inglaterra. .
· .
Desde la cresta resplanrleciente de estas excelsa¡> mon–
tañas, la vista desciende pasando por todos los matices de
sombra
y
color, salv;.mdo barrancos y precipicios, haRta
que se posa sobre los elegantes
twdenes
o
t~nazas
de
J,>,
renornbrados
jardit~es
de Yucay. Estos Be extiE:nden en cur–
vas que circundan la base de las montañas o se proyectan
hacia el estrecho valle en el que se desliza el río Vilcamayo,
en todas las conibinaciones del trazado geométrico. Auoque
estamos en la mitad del inYierno, cuando las mieses han
sido cosechadas, sin embargo, el valle es alegrado por . gru–
pos de árboles. huertos y setos vivos que definen los con-
(1) 5iendo raras las eséulturas resulta interesante encontrar una lla–
ml'ta
en el
muród~
las "siete culebras" del
~uzco.-N .
del T.