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EXPLORAClON E INCIDENTES·DE VIAJE
no es imposible que las galg!ts que soltaron en los desfila–
deros de Andahuailas tuv:ieron por objeto espantar las mu–
las que se creían cargadas con los tosoros de los Incas, i
.despojar de ellos a los herejes , extranjeros. Qué desencanto
para los .espíritus
estr~chos
de los asaltantes si hubieran
.logrado apoderarse de los codiciados cajones y hubieran
hallado que se encontraban llenos de cráneos i tiestos!
En un manuscrito .del Museo Brit,ánico del cual poseo
una copia encontré un curioso relato concerniente a los su–
puestos. tesoros de Sacsahuaman, debido a Felipe de Po–
manes, que dice: "Es un hecho, bien probado i generalmen–
te creído que en la fortaleza del Cuzco existe .un salón se–
creto donde se ocnlta un inmenso tesoro que consiste en
las estatuas de oro de ·todos los Incas. Vi
ve
una señora, do–
ña María de Esquive! la mujer del último Inca, que visitó
este salón y
JO
le he ofdo referir cómo la llevaron a verlo.
"Don Carlos, el marido de esta señora no vi vía con el
lujo y el esplendor digno de su elevado rango. Doña María
se lo echaba algunas veees en cara declarando que
h~bía
sido engañada al casarse con un pobre indio bajo el pum–
poso título de l aca . RPpitió e'!to tan a menudo, que don
Carlos exclamó una noche: Señora, ¿quereís saber si soy
pobre o rico? Ya vereis que ningún noble ni rei del mundo
tiQne tes0 o más ico que yo. Tapándole en
segttida
los
ojos con.
ún
pañuelo, le hiz·o dar dos o tres vueltas, i cogién–
dole por la mano le hizo correr una distancia corta antes
de quitarle el pañuelo. Al abrir ella los ojos ¿cual fué su
sorpresa?.
No
había andado arriba de doscientos . pasos,
había bajado .unos pocos escalones y se encontraba en un
gran salón cuadrangular, donde colocadas en bancos alre–
dedor de la pared vió las estatuas de los Incas, cada
Ull
del tamaño como de un niño de 12 años
i
todas de oro ma–
cizo, también vió muchos vasos de oro i plata en una pa–
labra según ella decía, era de los tesoros más magníficos
del mundo entero".
(1)
Cómo se comportó ella después no lo dice el cronista i
si le sonsacó a don Carlos I,nca para mandarle sacar una
estatua de sus mayores o un pedazo de oro, tampoco no
lo sabemos. ·Pero el cronista dice que no es presumible que
un autor de tanto juicio i carácter como . Felipe de Poma–
J:!eS dijera una cosa falsa ni que una dama del carácter i
conocida virtud como doña María Esquive! fuera responsa–
ble de ta.l falta.
Todo cuanto puedo deeir es que si el salón secreto don-
(1). Prescott, Conqt<ista del Perú. Madrid, 1853. Pag. 44.-N. del T.