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ALBORES EN EL LABERINTO
El "sentido etnológico" , verdadera conquista de los tiempos mo–
dernos, ha trasformado tanto la bierografía, como la historia del arte,
como la de la industria, y la misma psicología étnica.
A priori
no hay
razones para sorprendernos al encontrar invenciones paralelas en lugares
distintos. Después de los resultados de la doctrina de la convergencia,
quedan reducidos al menor número posible las inmigraciones de cultura.
Con esto nadie quiere excluir en absoluto que 'las formas cultura–
les han estado sujetas a dinamismos varios, de trasplante y difusión. Se–
ría una exageración igualmente dañina, que equivaldría a suprimir
la
ar–
queología, cuya finalidad es -justamente- delinear y seguir el camino
de dichos trasplantes.
Sin embargo los arqueólogos más avisados han cedido mucho te–
rreno a la teoría de la
convergencia.
Llega Deonna (9 ) basta procla-
b
mar que la convergencia es uno
de los "métodos" de la arqueo–
logía . Y esto corresponde, sin
duda, a un
desideratum
del
docto escritor de Ginebra, pero
su ex presión no es, bajo el
aspecto
lógico,
irreprochable.
El hecho verdadero es que los
dos métodos so
antagónicos,
y, como toda antítesis concep–
tual. viven al lado uno del
otro, excluyéndose mutuamen–
te. U na enunciación más com–
pleta sería la que representase
la
doctrina de la convergencia
como elemento moderador del
espíritu tradicional de
la ar–
queología.
F1c .
10
En la cuestión que nos ocu-
T crracou de Cbimbou con
la
cancttrístic;a
disposición
pa más de cerca, estamos todos
de
los colmillos.
convencidos de que las culturas
de América pueden ser el efecto de una o varias influencias metamórficas,
y basta de verdaderos trasplantes.
Pero -
be aquí lo difícil -
¿aceptaremos como pruebas de inmi–
graciones alóctonas todas las correlaciones de que es tan fecunda la in–
mensa literatura " analogista" ?
(9)
D EONNA,
W. -
L' Archéologie, son domaine, son but;
París, 1922; ver
toda la Parce IV,
y
la conclusión,
pág.
26 7.