HISTORICISMO
273
rías del Africa Occidental, la cerámica de Hissarlicb y Creta, el alfabeto
de Tiro y Biblos, los dioses del Egeo y del Asia, la filosofía de Platón
y las instituciones sacerdotales de la Diáspora y del Budismo, y, contem–
poráneamente
el
escenario trágico e inocente de la Francmasonería.
Indudablemente, todo esto es fantástico, y constituye un peso muer–
to, un molesto bagaje que forma el lastre del americanismo.
Lo grave es que .aparentemente no todos esos errores son atacables
desde el punto de vista del método, pues hay un cierto número que cuenta
en su activo con un verdadero aparato de pruebas, reunidas con el sistema
de la comparación de formas industriales y artísticas, según los dictá–
menes del método objetivo. Sin embargo, la interpretación de los ma–
teriales reunidos y de su comparación no es una operación tan "auto–
mática" como pretendieron algunos arqueólogos, y está sujeta a las ten–
dencias individuales y transitorias de un autor y de una época cientí–
fica. Es así que no resulta difícil delinear en breves enunciados los prin–
cipales
criterios subjetivos
que han dominado basta ayer en
la
interpre–
tación de las analogías rqueológicas:
1.
0
La creencia de que no es
posib~e
la invención autónpma, en
pueblos y lugares diver sos, de una idea elemental y sus apli–
caciones;
2.
0
La exagerada y casi e elusiva valuacrión de los puelilos histó–
ricos, en
el
desarrol lo cultural y material de la humanidad
primitiva ;
3.
0
La tendencia a trasponer en épocas Ínfinitamente más remotas
aquellas fusiones sucesivas que han llevado la cultura medite–
rránea, durante los tiempos modernos, a todas las zonas del
globo;
4 .
0
La incomprensión del punto crítico en el cual las civilizacio–
nes clásicas se separan de la humanidad común, a) por no
estudiar a fondo los períodos iniciales de aquéllas, b) por no
reconocer en
la
vida clásica los elementos sobrevivientes de la
edad semibárbara, c) por no saber leer con criterio de " etnó–
logo" las páginas escritas por Egipto, Mesopotamia, Grecia
y Roma, ya extremamente sobreelevadas en
el
sentido " lite–
rario" e "histórico" .
En el orden teórico, seguir hoy por ese camino, es una forma de
ignorancia. La más vasta adquisición reciente de las ciencias ha sido la
progresiva amplitud qe su ángulo visual, antes dominado por pocos he–
chos y limitado a un exigüo campo de observación, hoy llamado a deli–
near la morfología general de los fenómenos humanos. Se ha visto, por