CAPÍTULO
XIV.
UNA ERA NUEVA: PRIMEROS HECHOS CONCRETOS
Le
cuele
qui
rntourait
l"Amériquc
est brisé
en
drux
poinu.
l'isolrment
des
indigCnes
du
Nouvuu
Monde ese
rompa, et un des coins du voile qui
<Oll·
vrait le mysctre de Icor origine ese soulevé,
DR.
RIVET,
19H.
Una base racional, no menos que experimental, para el estudio
de la humanidad en la
~ierra,
sin querer abordar una incógnita tan
compleja como es la éle su descendencia, es que en un dete,:minado mo–
mento de la historia terrestre, en el pleistoceno medio, la especie huma–
na se encuentra ya diseminada en el espacio. Durante las alternaciones
del clima glacial, toda masa continental pa sido calcad'<! más o menos
ampliamente, por el pie del hombre, cuyos -vestigios, Óseos o indus–
triales, o ambos a la vez, han llegado basta nosotros para atestiguar–
nos el hecho.
Son inútiles, pues, y caen por su propio peso,
las innumerables
hipótesis y doctrinas que tienen por base la suposición del continente
americano deshabitado, cuya población tienden a explicar más o menos
históricamente. A la luz de nuestra premisa, fundada en hechos con–
cretos, desaparecen del tapete todas las migraciones
dei
población~
a
empezar de las judías, egipcias, fenicias y cartagineses, basta la sibe–
riana de
Hrdli~ka,
Holmes y Vignaud, en lo que respecta a su esencia
unilateral y simplista.
Y para que nadie estime lo basta aquí ganado como de poca mon–
ta, recuérdese el pesimismo profético de un indianista
( 1) del Siglo
XVI, quien, impresionado por la vanidad de las "explicaciones" fan–
tásticas y el caos de los métodos, aseguró que nunca, al respecto de los
( ! )
SOLÓRZANO, Juan de. -
De lndiarum jure disputatione ;
Madrid, 1629 -
1639; romo I, lib. I, cap. 1
O.
(fide
García).