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sica de
l.osderrotados,
se diluye en una
sola música que tiene la virtud suprema
de hacernos llorar juntos.
Cuzco libertador! Eres como
el viejo
tronco, que da verdes ramas que trepan los
cielos; eres inmortal, siempre hacia
tí
los
hombres vuelven sus ojos; eres como el
cuerpo·
y
el alma de este pueblo. Cuando
las desfallecencias se propagan, tú tienes
fé; cuando las inquietudes agitan, tú es–
tás firme; cuando los quebrantos intimi-·
dan, tú te ye gues. De tu seno salieron los
próceres; déca a t:ras década,
estallaron
las revoluciones emancipadoras
y
el clarín
de guerra llan1ó a los pueblos para hacer–
los libres. Cuántos
nombres
registra la
historia, cuántas vidas se ofrendaron en la
lucha; pero tu vigor
es sin segundo, se–
guiste enviando a la arena hombres como
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eones
y
jamás faltó sangre con qué regar
los . campos de la libertad.
Surgió un hombre genial. (
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Quiso ha–
oerte otra vez oerebro y corazón de la na–
cionalidad. Eras tan grande, tu poder era
tanto
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tu riqueza, tu nombre bastantes. ¡Ya
se veía resurgir el nuevo Perú! .....
(1) Santa Cruz.