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Eres tierra de eternidad
y
de misterio,
eres conio la roca inconmovible; te la1nen
las aguas del tiempo
y
apenas fijan sus
cristales.
Oh la tristeza de tus ruinas, frente a la
alegría de los campos. ¡Tus campos!, cuán ·
tos milenios se aran, se siembran, se rie–
gan, se doran con frutos
preciosos;
y
el
sol y el cielo y la tierra que fueron domi–
nios del Inca, tienen nostalgia$ de días
mejores: están silenciosos, como que
ocu.~
·
tan dulces inelancolías.
Cuzco! Qu · '
rendie~
a tu Jni';;torio,
quién llega a
prelílder el
t~n·belli1Jo
interior que
t
;gjta, quiél\
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ñez de pasa
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qmo el
t.iernpo
y
el
espacio, infinito, como el pe
'.s~ntiento
y
Ja
vida, con10 e] alrna, como
ta
ett3!.•nidad,
como Dios, con10 todos los
vat•
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inac
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cesibles a la lin1itación hurrHlfi(\
En
tí
ha
dejado su marca una hu1nanidf·0.
1nús
fuer–
te
·y
rnás
gloriosa, tú eres el
Jlbro nr.ierto
pero ininteligible, tus páginas
están
escri–
tas con caracteres desconocidos ....
~
Oh tierra española, nuevo estrato, nue–
vo capítulo, aqll:í están la cruz
y
la espada,
el conquistador las clavó bien alto, hasta
nublar el Sol. Obscurecióse el cielo, ente–
rróse al Inca;
y
comenzó la agonía de la
raza; sobre las ruinas del viejo imperio, al-