Oh noble, grande y fidelísima ciudad del
Cuzco, cabeza de un gran reino, águi...;
la de blasón, que unes
los esplendores
del Sol que adoraron los viejos incas a la
eterna luz del Sol que no se pone en Flan–
des; arca santa de las tradiciones glorio-
·sas de la raza, que guardas solícita el te–
s0-ro espiritual de oien nueblos que mar–
caron cien épocas en el proceso de los si–
glos; ·ciudad milenaria, que encierras en
tu seno desde el hacha de silex del primer
hombre americano hasta el cetro de oro
¡1urísimo del rey Inka; ciudad española
con todos los halagos de la grande Iberia,