res perceptibles en fachadas e interiores de
edificios de
adobe~
o
en cimientós de santua–
rios católicos de la misma piedra que
pu–
lieron los alarifes .idólatras.._
La
venganza del tiempo
no
respeta las
construcciones endebles de quienes quisieron
superar
a
los vencidos.. Por lo contrario, pa–
rece que la eternidad sellara cada muro de
estos que el Inka levantó para perpetua
me·
rr1oria de
su
raza.
- Ninguna ciudad de más hondas
y
comple-.
jas evocaciones., en que la historia viv-e no
como sucesión sino como- coexistencia. Cuan–
do, po
e de
recon&titucione , nos imagi–
<D
co
d :
las edades próceras, sur..
gen sim
iá
eos, eon anacronismo sorpren-
dente ~i
Ita s:;
conquistadores ibéricos, héroes
de la
emancipa ión, intlios y peninsulares,
Mankos
y
Pizarros, Toledos
y
Amarus, ·Pu- _
mawas,
Angulos, Canterac, La Serna, Boli-
,.,
var, Sucre, Gamarra, Santa Cruz. ,. . Con sus
-trajes
y
tocados, unkus
y
maskapachas, mi–
litares uniformes decorados de oro, cogullas
y sambenitos, la theoria de la entreverada
multitud de las distintas ed_ades supera a to–
da ponderación c.aleidoscópica. Plazas y
ca–
lles del Cuzco, escenarios de culminantes epi..
sodios, en
las
noches lunares cuando
el silen–
sio
de
lo actual
ha
cesado_, se
pueblan
de
gen–
tes . arcai.oas que
e~
el
_sonambajlsmo
de
las
·