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los druidas, trasportadores mágicos de co–
losales monolitos, vencedores fantásticos de
las resistencias. La ley de la gravedad, para
estos cíclopes, no rige.
Los Hombres de Piedra de la leyenda cos–
mogónica crearon esta primera cultura en
que el granito es el material dúctil, que sin
empequeñecerse en sillares, se utiliza para el
arte, dando la sensación de dominio humano
en la misma medida que la arcilla en la obra
üel cerámico.
El
Dios Wirakocha demiurge
de
esta Génesis, hizo al hombre no del lodo
vil
sino de la pi dra perenne. Por algo los
epóni
adore prQcrearon la Civiliza-
.
,
c1on
e
a.
El Cu
es
símb lo de esta édad primige-
nia.
u
ror.
e~a-espscie
de Acrópolis-
que e sirve de ég;ida, en sus cercados de irre–
gulares poliedros mayúsculos, en sus· terra–
zas agrícolas, en sus profundos y bien prote–
gidos acuedu-0tos, el arqueólogo constanta la
precedencia de un ciclo matriz de la Era In-
kaica. Tal la Cultura Paleo-Keswa.
Viene después-y la continuidad solo se
ofrece
a
los ojos del técnico-el aspecto cuz–
queño de la transición, más bien del esfuerzo
para volver a surgir. El Renacimiento de la
Civilización Keswa, o de
las
Valles templados,
se llama por antonomasia Cultura del Cuz–
co, estilo Inka; sus rasgos fisonómicos son
inconfundibles.
Ya no
es
la
Esfinge, ya no