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. CÚ EO - VIDAL
clán
que denominaremos levítico, el cual, si hemo de juzgar por
lo ocurrido años más tarde en el Cuzco, tratándose de u e]as
privilegiadas, ha debido tomar para sí las dos terceras .partes <le
las
rentas
del estado, en las· cuales estuvieron comprendidos los
tributos erogados por las colectividades serranas de aquend
el
Desaguadero, y las lupacas de los llanos de Tacna y 1\1oquegua.
La oligarquía aquella ha debido ser a las clases segundonas
del estado teocrático lo que la clase de los Orejones, al común de
regnícolas del Tauhantinsuyo.
Así como la clase privilegiada cuzqueña practicó, en un sen–
tido de
diferenciación aristocrática
la deformación
de la oreja,
lo cual dió lugar a que sus individuos se conocieran con el mote
de "orejones", la de Tiahuanaco ha debido practicar la deforma–
ción
del cráneo.
Mas-, ya volveremos sobre este particular.
L-a clase
rivilegiada que actuó en el medio teocrático de Tia–
huanaco, ha d
i o e , de necesidad, intransigente, tratándose
de ideas que
tl
algú modo se apartasen de las creencias y mo-
dalidades a
e d
'61"
su existencia.
Obcec
-0,,
aun pu
e que minada
po1·
los vicios en que Pedro
Pizarro, el soldado historiador halló sumidos a los orejones cuz–
queños al ocurrir la ocupación del Cuzco, aquélla no se dió cuen–
ta de que en sus dependencias de aquende el Desaguadero pugna–
ban por manifestarse un nuevo concepto de las atribuciones del
. Estado y una nuBva tendencia
r~ligiosa
encaminada a la adoración
del Sol, "padre" que fué de los aillos
lupacas
que lo tuvieron por
supremo
tote1n.
'
Atacada la "ciudad de los Muertos Sentados" por la confe-
deración
collolupaca,
personera de aquellas reinvindieacioncs,
muerto sobre las
grada~
de Puma Punco su mandón pontífic ,
exterminados sus sacerdotes, sojuzgada su población natjva, que–
dó consumado el gran cisma.
Hízoles falta a las gentes vencedoras en aquel
fi
ro conflirto
el sentimiento
de la
un~dad,
que por el pasado había hecho d ,
Tiahuanaco una entidad preponderante en nuestro h misfcrjo.
,