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ta prometerse ser bueno en adelante arr'é–
pentido de sus yerros del pasado.
La
c:ho~a,
ha quedado bendita para ellos
y
terminado el responso, queda como si
una manga de langostas la hubiera visi–
tado. Las hojas, las flores y hasta las ra–
mas desaparecen entre la avalancha de
personas que se las arrebatan para llevar–
las a sus casas o conservarlas consigo a
guisa de amuletos.
Las "médicas" tienen preferencia en el
botín porque esas hojas mismas y esas
flores, una vez secas son empleadas más
tarde en infusión para curar todas las en–
fermedades y todas las dolencias del cuer–
po y del espíritu.
Y para que toda la comarca participe
por igual de tales beneficios, cada choza
ha sido entregada antes de la ceremonia
a cada uria de las villas y aldeas de la pa–
rroquia de Tilcara.
Frente mismo del pueblo, sobre la falda
de la cerranía, y a unos cien metros, so–
bre el nivel del río que corre por la que–
brada, hay un curioso monumento: "la