BOCETOS HISTÓRICOS
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resultados que alcanzó el
gobi·~rno
de los Incas; no deb•3mos
olvidar que bajo su mando, el hombre más humi1de del pue–
blo disfrutaba mucho más bi·Emestar personal, y estaba más
libre d·e padecimientos físicos que las clases correspondien–
tes en
~odas
las demás naciones del continente americano, y
quizás mucho más que esas mismas clases, en Ia mayor parte
de los países de Europa foudal. Bajo su cetro, las clases al–
tas habían hecho, en muchas partes, adelantos que eran dig-–
nos de una nación civilizada. Se había echado las bases de
un gobierno de orden, qwe en un siglo de robo y saqueo, ase–
guraba a sus súbditos los incailculab1es beneficios de la paz
y de la seguridad. Gracias a la política constante de los In–
cas, muchas de las tribus salvajes de los bosques. fueron poco
a poco sacadas de sus guaridas y atraídas al s·eno de la civi–
J.ización; y con estos materiales se construyó un imperio flo–
reciente y poblado como no se encontró otro en ninguna par–
te del continente americano. El defecto de esfo gobierno era
un exceso de refinamiento en la legis.Jación
1
el último defecto
ciertamente, que se hubiera podido esperar de los indígenoo
de América". ( Prescot.
Conquista del Perú.)
Pues bien, a las declaraciones de la crítica histórica y
de las ciencias auxiliares, y a las protestas de los sabios res–
pecto a esa antigua culturra del Perú, contesta Lummis,
diciendo que "se propone, sobre todo, desvirtuar los erro–
res sostenidos por los peruanófilos, porque, dice, hay que
recordar que. aquellos sorprendentes seres cuyo
imagina–
do gobierno deja
tamañita
a cualquiera nación civHizada y
moderna,
no eran más que
indios .
.... "
y más adelante
agregia: " y por lo que hace a los Incas, no eran reyes ni si–
quiera gobernantes, sino simplemente
una tribu
de
indios
"
Lo que pone de manifiesto, que el luminoso oerebro del escri–
tor yanqui ha encontra<lo que la raza india tiene por carac–
terísticas la degeneración y la incapacidad, y en tal forma,
que la pone a muy bajo niv·el de las razas superiores, hasta
hacer d·el indio elemento étnico distinto de la raza humana.
No de otro modo razonaron los conquistadores de las Anti–
llas en los primeros años del siglo XVI, asegurando, para ex–
plotar al aborigen, qu•3 el americano era una especie de ani–
mal raro, hallado en el Nuevo Mundo. Hombres desalmados,