BOCETOS HISTÓRICOS
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nesi, y con él todos los jefes peruanos, que la plaza sería ataca–
da por el norte, Jugar a donde Hegaban ya las
avanzad.asene–
miga , había hecho colocar algunas minas más allá de lo·s fuer–
tes de
Santa Rosa
y
San José,
y comisionó wl ingeniero Elmore
para dfrigir Ja defensa. Desgraciadamente la impericia de Jos
encargados de prender las minas, ocasionó el estallido de una
sola antes de que las fuerzas chilenas se colocasen en el círculo
del peligro. A Ja vista de Ja explosión, los escuadrones chilenos,
repuestos del susto, se echaron a perseguir a los peones que
huían, a Jos que pronto apresaron, cayendo, desgraciadamente,
junto con ellos, el valiente ingeniero Elmore y perdiéndose con
su prisión el elemento directivo de la defensa subterránea de
Arica. " La serenidad del ingeniero peruano, al contestar
las preguntas que se le hicieron, para que descubriese el plano
de las minas de Arica, y su negativa a declarar lo que en verdad
ignoraba, pues en Ja mayor parte de esas obras no intervino,
movieron al jefe chileno, coronel Pedro Lagos, a no fusilar en
el acto a los dos prisioneros, res·ervándolos para después " (7) . .
Semejante descalabro no sólo privó a la plaza de una ele
sus defensas, sino que previno el reconocimiento previo dz.l te–
rreno, que el enemigo ocupaba, cortando los alambres conduc–
tores y anulando el peligro de los explosivos. Su marcha con–
tra la plaza se aceleró desde entonces: el 2 de j unio llegaban .
al río Azufre Jos regimientos chilenos número 3 y el
Buin,
y al
día siguiente los regimientos número 4, el
Bulnes,
el escuadrón
Carabi11e1·os de
Yungay,
3 baterías de campaña y una de mon–
taña. Acompañaban a estas fuerzas, el Estado Mayor y el Ge–
neral en J efe, Baquedano.
El 4 de junio ordenó éste el movimiento del ejército, des–
pués de haber hecho reconocer las posiciones enemigas y ha–
berse cerciorado del poco alcance de los cañones peruanos
en un ligero duelo de artillería. Ordenó luego al jefe de la
escuadra, comandante Latorre, estuviera listo para cooperar
''a una señal dada, sin comprometerse demasiado a fondo".
El ensayo de artillería no había dado buenos resultados: las
balas no ofendían ni a la plaza ni a los fuertes,
y
hubo de
(7) .-Esta
a~everación
de Paz Soldán está comprobada por las de–
claraciones del escritor chileno
y
oficial del ejérci!:o, Orrcgo, publicadas
en el periódico
El Eco de Tacna,
el 11 de julio de 1880.