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HORACIO H. URTEAGA
pesos, sexta parte de lo explotado en la tercera época y menos
de la octava parte de lo explotado en la cuarta. Pero no va–
mos aquí a hacer referencia de las riquezas extraídas ni
de la historia del celebrado asiento, donde a poco de habers.e
descubiel·to se elevó una rica y populosa ciudad, bautizada
con el
pom~oso
nombre de la Villa Imperial del Potosí. Fácil
es comprendei· que semejanb riqueza congregara a una col–
mena humana, que se albergó
·l'm
cómodas y lujosas vivien–
das, y que la vanidad y ostentación de los que tenían la plata
a manos llenas, hicieran nacer un lujo deslumbrador, con su
cortejo de vicio y de crímen es.
Un curioso documento escrito en los últimos años del
siglo XVII y concluído en 1702, narra todo lo acontecido en
la Imperial Villa. desde el año de 1456 hasta el de la termina–
ción del manuscrito. Las noticias que trae son de subido va–
lor histórico, y revelan todo un estado social que hoy nos
sorprende por sus t endencias, sus aficiones y sus gustos, tan
profundamente variados son el espíritu y las modalidades
de las actuales generaciones.
En el documento a que nos referimos han encontrado los
tradicionistas rico venero de noticias y leyendas, que se han
popularizado en América. De esas noticias que el autor de
los Anales refiere, ninguna más interesante y extraordina–
ria que la acaecida entre el año de 1562 a 1582. Se trata de
una singular aventura, digna de figurar en los cuentos de
Sherezada, en la que un rico minero de Potosí llega, en el
curso de su accidentada vida, a ocupar el elevadísimo puesto
de Rey de Argel, tributario del Gran Sultán de la Sublime
Puerta; y para que no pierda el relato su sabor legendario,
ni se desfigure la noticia a través de nuestra exposición, la
trascribimos íntegra, tal cual la naÍTa el minucioso cronista.
Dice así:
" 1562.- En e te año volvieron a florecer las labores del
cerro; descubriéronse otras más caudalosas y ricas, entre las
que llamaron Zapata, por haberla descubierto el capitán Za–
pata, de la cual sacó hasta dos millones y con ellos se volvió
al As,ia, y pasados veinte años de su ida, por cartas suyas,
que escribió a Potosí, se supo que era turco de nación y na–
tural de Constantinopla. Habiendo estado en Potosí quince