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dad con que me haceis protejido desde el prin–
cipio de mi desvalida existencia.
MEDlTACION.
Generosidad del
Corazóñ
de
Jesús
Para tener alguna idea de la inmensa gene–
rosidad del Corazón de Jesús, bastará recordar
ligeramente la gl6riosa historia
d~
este
dulc~i
ruo corazón. Deja Jesús presuroso la nH;gui.
ficencia de los cielos
y
desciencie á . la tierra :
para 8acerse bom bre
y
pagar todas las iniqui · ·
dades de lus hombres á .la divina justicia de su
Eterno Padre; se resigna
á
un nacimiento
y
á
una vida pob1:e
y obscuTa, para dar muerte á
la soberbia
y
al
o-rgul.lo,causas de tan terribles
males en el cielo con los ángeles rebeldes,
y
en
la tierra con el pecado de Adán, se entrega con
heroica humildad á sufrir los r:igores de su
crnelísima pasión, para liqrar
á
sus redimidos
de la muerte eterna
á
que estaban condenados;
inspira
á
sus apóstoles una ardiente generosi–
dad para que prediquen por todo el mundo,
á
costa de su existencia, l.:\s verciades salvadoras
de su
in~
aculada doctrina;
y
últimamente al
cabo de veinte siglos,
y
sin hacer caso de las
ingratitudes de los hombres, vuelva á la tierra
para establecer personalmente el culto de su
generoso C01 azón, v21iéndose para tan grdn
~,
de una débil criatura, la mil veces feliz
~
.trgarita María Alacoque,
á
la que le partici–
pa las salvadoras promesas que se ganan prac–
ticando con viva fe estos
s2
ntos ejercicios, en