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-139-

dad con que me haceis protejido desde el prin–

cipio de mi desvalida existencia.

MEDlTACION.

Generosidad del

Corazóñ

de

Jesús

Para tener alguna idea de la inmensa gene–

rosidad del Corazón de Jesús, bastará recordar

ligeramente la gl6riosa historia

d~

este

dulc~i­

ruo corazón. Deja Jesús presuroso la nH;gui.

ficencia de los cielos

y

desciencie á . la tierra :

para 8acerse bom bre

y

pagar todas las iniqui · ·

dades de lus hombres á .la divina justicia de su

Eterno Padre; se resigna

á

un nacimiento

y

á

una vida pob1:e

y obscu

Ta, para dar muerte á

la soberbia

y

al

o-rgul.lo,

causas de tan terribles

males en el cielo con los ángeles rebeldes,

y

en

la tierra con el pecado de Adán, se entrega con

heroica humildad á sufrir los r:igores de su

crnelísima pasión, para liqrar

á

sus redimidos

de la muerte eterna

á

que estaban condenados;

inspira

á

sus apóstoles una ardiente generosi–

dad para que prediquen por todo el mundo,

á

costa de su existencia, l.:\s verciades salvadoras

de su

in~

aculada doctrina;

y

últimamente al

cabo de veinte siglos,

y

sin hacer caso de las

ingratitudes de los hombres, vuelva á la tierra

para establecer personalmente el culto de su

generoso C01 azón, v21iéndose para tan grdn

~,

de una débil criatura, la mil veces feliz

~

.trgarita María Alacoque,

á

la que le partici–

pa las salvadoras promesas que se ganan prac–

ticando con viva fe estos

s2

ntos ejercicios, en