EL AYLLU
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algunos, entre ellos Markham, al influjo del
quechua y á la dominación incaica en los
restos aymaras.
La cronología incás.ica, como la azteca, no
remonta más allá del siglo XII. Pero tanto
los peruanos como los aztecas encontraron á
su paso monumentos antiquísimos que ates–
tiguaban el florecimiento de civilizaciones
poderosas. Los ·ncas quedaron sorprendidos
al contemplar os restos de Tiaguanaco.
Cieza de Leon narra la veneración reli-
. giosa con que miraban las gentes proceden–
tes del Cuzco aquellas majestuosas ruinas,
que indudablemente, invitaban á meditar
sobre una antigüedad lejana. El arcaísmo tia–
guanaquense no debe atribuírse á la cultura
incásica. Por punto general, debería aceptarse
la observación de un distinguido peruanó–
logo, el señor Llorente, quien cree :
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que
no es tan fácil distinguir las antigüedades