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EL AYLLU
der, G. Humboldt y otros. Pero, poco des–
pués, surgió la siguiente duda : ¿el paren–
tesco de lengua implica necesariamente el de
sangre? M. Oppert denunciaba en 1879 el
error de ver en la lengua un vínculo de raza.
<~
El lazo de lengua, dice, es una cosa y el
lazo de la sangre otra bien diferente. Los
grandes Estados europeos constituyen unida–
des políticas á las que no corresponden ni la
unidad de lelilguas ni la unidad de religión y
costumbres
1
•
»
Se alegó, además, que la
lengua ;ao probaba sino la presencia de un
solo elemento en la composición etnográfica
de una nación, puesto que razas diferentes
podían hablar el mismo idioma
2
•
Planteada de esta manera la cuestion, ·lógi–
camente se ha deducido que si la filología
1.
Zaborowski,
Le Centre-Asie et les origines aryennes.
Revue scientifique, núm.
23,
pág. 708.
2.
/bid.