EL AYLLU
banse, primeramente, por todos los brazos
hábiles de la colectividad, las tierras destina–
das al mantenimiento del culto solar y de
sus ministros; Juego las de las viudas y
huérfanos; las de
los viejos, enfermos é
imposibilitados y las de soldados ocupados
en la guerra. Después de la labor de estos
repartimientos,
cada
familia ó
individuo
atendía
á
los suyos,
«
ayudándose unos
á
otros
~ ,
por solidaridad recíproca de servi–
dos. Últimamente eran cultivados los lotes
de la nob eza y del rey.
Ahora, si se compara esta organización
agraria con la que tenían los aztecas en el
callputti,
se encuentran semejanzas verdade–
ramente sorprendentes, que dan
lugar á
pensar en un paralelismo evidente de evolu–
ción en las civilizaciones americanas. Vamos
á
citar un documento que nos lleva
á
esa
demostración: Su título es :
«
el orden que