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EL AYLLU
blos que entraron á formar su composJcJon
arrastraban desde lejos. Según el padre
Acosta, á quien ha seguido Garcilaso, la
tierra, deducidos los cultivos destinados á
la familia imperial y al culto, era del domi–
nio y uso colectivo.
«
De esta tercera parte,
dice, ningún particular poseía cosa propia ni
jamás poseyeron los indios cosa propia, sino
era por merced especial del Inca y aquello
no se podí enagenar ni aun dividir entre
los herederos. Estas tierras de comunidad
se repartían cada año y á cada uno se le
señalaba el pedazo que había menester para
sustentar su persona y la de su mujer y sus
hijos, y así era unos años más, otros menos
según era la familia· para lo cual habían sus
medidas determinadas
1
•
»
Estas medidas, ateniéndonos á Garcilaso,
1.
Historia Natural
y
Moral de las Indias,
tom.
Il,
XV,
pág.
187.