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EL
PAÍS
DE LA SELVA
LA CONQUISTA
Anochecía en
Bajo su gr&n
·t;
ore, bordada de follajes en tosca
urdimbre de
r.
-
._
-
lticipáhase la so1nbra, entene-
Y"
breciendo sal aJes retiros. A todo rumbo dilatábase
lo
inexplorado de la selva virgen. Expresiones hu–
manas asumían
las ásperas cortezas, desfiguradas
en la penumbra del crepúsculo : este hueco siniestro
semejaba el ojo solitario de un cíclope ; ese ner–
vudo gajo, el poderoso bíceps de un atleta ;
y
la arbo–
leda toda, un petrificado ejército de gigantes. Aquellos
troncos seculares nacían de la tierra, con el vigor de
las primeras creaciones ; mas la imponente columnata,
hecha como para sostener las altas bóvedas, se disipaba
al sol en fronda gárrula, donde anidaban las aves
y
susurraban los vientos. Efímeras visiones parecían des–
prenderse de la penumbra,
á
lo lejos; por el aire vag-aba