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ello; yo confieso que
fa
tuve tengo_
i
me mueyo a deciT-lo,
por ver que sm
el p<Jstrcro que muero
e.letodos
los
de~ cnbridores
1
conquistadores,
que
como es notorio,
ya
no hai ninguno
sino yo en este reino,
ni fuera ele
él
<le todos los que
a
ellos Yenimos;
i
pues en esto entit mlo
que hr
descar–
gado mi conciencia, empiezo mi tes–
tamento en esta manera".
I
no se limitaba la ciencia de los
incas acerca de la vida moral
a
sim–
ples nociones, sino que tenían
un
ver–
dadero
código ,
tanto político como ·
moral, del que extractamqs las si- ·
guient<:s m:íximas, que Bias Valcra
htrihuve a Pachacukc. ·
La envidia es una carcoma, que roe i
consume las entrañas de los envidiosos.
El que tiene envidia i es
envidiad~
tie- .
ne doble tormento.
Quien tiene envidia de .otro, a
sí
¡:ro–
pio se daña. El que tiene envidia de los
buenos, saca de ellos mal para sí, como
hace la araña en sacar de las flores ·pon,.
zoñas.
La embriaguez, la ira
í
locura corren
igualmente; solo que las dos primeras
son voluntarias i mudables, i la tercera
es perpétua.
El quemata a su semejante, necesario