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IDEA DELL' UNIVERSO

Idea del!' universo

[r , 249] ?". Ya que

aquellos jesuítas biógrafos se contentaron

con exponer la duda, sin cuidarse de resol–

verla, como pudieron y debieron para dejar

en su lugar la honra literaria de quien vis–

tió su sota na, yo procuraré hacerlo, con

iguales medios, que ellos tuvieron : que no

es menos estrecha la orden que yo profeso,

la regla de la verdad. ¿Qué dijo el mallor–

quín Raimundo Diosdado Caballero en su

obra latina? Dijo que Melqui ádes Salazar

ayudó mucho á Lorenzo Hervás

en traducir

al italiano

algunos tomos

de su obra titulada

Idea del universo.

Pues bien: aun conce–

diendo todo el valor que tiene la frase, lite–

ralmente. tomada, no sign ifica otra cosa

sino que de los

veinte

y

im

tomos,

que escri–

bió HERVÁS, en

algunos

le ayudó su com–

P.atriota, y, por consiguiente, que en el ma–

yor número de toril:OS no le ayudó. Pero los

términos del Padre Caballero, ó no se re–

dactaron bien, ó no fu eron lo exactos que

debían: lo primero, porque el ABATE H ER–

VÁS no escri bió su grande obra en español,

sino en italiano, de lo que se sig ue que no

hubo que ver terla á esta lengua: y lo se–

gundo, porque la dedicatoria del tomo x v r,

que HERVÁS hizo

á

su amigo Salazar, ex–

presa con toda claridad y lisura lo ocurrido

en el asunto. Y no se prescinda de que es to

pasaba cuando los dos j esuítas h abitaban en

Cesena, cuando estaba reciente el hecho,

cuando no era dable cometer superch erías,

sin que fuesen al punto conocidas, descu–

biertas y contradichas. " Ya que tan frecuen–

temente, dice el autor á su Mecenas, h e abu–

sado de vuestra tolerancia , rogándoos y es–

tr echándoos amistosamente á

revisar

la pri–

mera obra mia, que h e dado á luz , permi–

tidme que ahora ponga á prueba vuestra

modestia, con la libertad que me tomo de

ofrecer este volumen á vuestro distinguido

mérito." Aquí está manifiesta la verdad, toda

la verdad, con franqueza admirable. No

al–

gzmos tomos

solamente, la obra entera hubo

~e

revisar

D. Melquiádes; pero como desde

luego fué pues ta en italiano por el a utor , a l

revisor únicamente pudo caberle la parte de

advertir ó corregir algun defecto. H ERVÁS,

como Salazar (que salia ocultarse tras el

pseudónimo de

Filibero de Panzpalma),

apr.endieron la lengua de la nueva patria;

escribieron en ella, y pudieron consultarse

mútuamente, con mucha ho nra de entram–

bos: como el P. Cla vijero confiesa en su

Storiiti antica del .ll!lessico

[rr,

258], que

HERVÁS la habia revisado manuscrita. Mas

téngase presente que Salazar publicó

L a

R agúme

en r 789, en casa de Biassini, once

añ os despues que H ERVÁS comenzara allí

mismo su ed ición; y que viviendo los dos

en Cesena, el Magistrado de la ciudad eligió

á HERVÁS, y no á Salazar, para escribir la

memoria local en lengua del país : lo cual

supon e que á aquél no se le tenia por neó–

fito en el idioma», dice F ermín Caballero,

con su habitual intrepidez y desenfado, en

el

Abate Hervás

(páginas 74-76).

Por lo visto, no reparó en que la pre,.

gunta de 'los h erm anos Backer viene á sig–

nifi car, en forma culta y delicada, lo mismo

que él expresa con su cláusula de que «los

términos del Padre Caballero, ó no se re–

dactaron bien, ó no fueron lo exactos que

debian»; ni hubo de caer en la cuenta de

que,

~l

corregir lo q ue supone yerro ajeno,

i ncurre él mismo en .dos que r ealmente lo

son', y harto notables .

El primero es t raducir por

«·revisar

la

primera obra mia, que h e dado á luz », la

frase italiana «rivedere le oper e rnie prima,

che alla pubblica luce uscissero»; conviene

á

saber: « revisar mis obras antes de que

saliesen á la lu z p ública». Si el P. Hervás

hubiera dicho lo que le h ace decir D. Fer–

rnín, tendríamos que la .obra revisada por

el P. Salazar habría sido la «Memoria del

Signor Abbate Don Lorenzo H ervás sopra

i Vantaggi e Svantaggi dello Stato tempo–

rale della Citta di Cesena», publicada ya el

año de 1776; y no la

Jdea del/' Unzºverso,

que no empezó á publicar hasta el de 1778.

No era circunstancia ésta , por cierto, para

que se le pasara inadvertida á nuestro crí–

tico ; y así es que advirtió en ella,

y

trata

de explicárnosla algo más adelante. «Como

esta

[Idea ]

fué la principal, la llamó (dice)

su pr imera obra,

en la dedicatoria del to–

rno xv r, desentendiéndose del presente

opúscu lo

Lsopra

Vantaggz' e Svantaggz'],

no obstante que había sido anteriormente

publicado» (pág. 83). Don Ferrnín Caballero