ARTE DE LA LENGUA GUARAN!
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rios, empolvados códices y libros rarísimos
de hallar, para la cual ni tuvo tiempo el
P. Ovalle, ni tuviera acaso paciencia, y me–
nos gusto, cuando no la rechazara, como es
de creer, por indigna de su vocación y es–
tado, hay, si mucho no nos engañamos,
una distancia inmensa, que no bastan á
franquearla cuantas consideraciones pudie–
ran oponérsenos en contrario, inclu a la del
caritio é interés por el esplendor de la fami–
lia, en que se funda el bibliógrafo chileno.
Por lo que hace á los pormenores tipo–
gráficos, nada hallamos de
extrat~o
en que
un mismo impresor se valga de unos mismos
tipos en dos obras diversas, ni en que im–
prima las dos en un mismo tamaño. Algo
más de extrañar es la coincidencia de que
fueran parientes sus autores, que llevaran á
imprimir sus obras á la misma imprenta,
que ésas se imprimiesen justamente en el
mismo año, y que, por fin, convinieran
ambas, al parecer, hasta en la materia; pues
si, como advierte Medina, es «netamente
chilena» la de los
Arboles,
dicho se está..que
no podrá serlo menos la de la
Histonca
Relaáon
Del
R e;•110 de
Chile.
Tanto no lo es, que puede asegurarse que,
en realidad de verdad, sólo ella merece el
calificativo de« netamente chilena». Pues
los
Arboles
de los Rodríguez del Manzano,
Pastenes y Ovalles nacieron y crecieron en
Europa , unos en Italia y otros en Espaiia,
ni fueron tra plantados á Chile sino allá
muy tarde, cuando llevaban siglos de flore–
cer y dar fruto por acá. De ahí lo que no _
podía menoS:de suceder: sto es, que lama–
yor parte_de las noticias del Dr. rtiz sean
exclusivamente turopeas, y que en lo más
ele
~u
libro nos haga andar por Génova,
Ledesma,
Salam~nca,:Ávila,
etc., sin con–
ducirnos hasta última hora, y por bien poco
tiempo, á Chile. Y esto puede servir de
prueba de que no hubo de ser mucha la
mano que tuviera el P. Ovalle en el nego–
cio:de los
Arboles,
dado que tuviese alguna;
pues no nos atrevemos á_negarlo ni á afir–
marlo·en absoluto.
Respecto á las demás coincidencias, como
no las queremos atribuir á pura casuali–
dad, ocúrresenos si, por ventura, el Dr. Or–
tiz de Ovalle (que debía de residir en Ita-
lia), sabedor de que se hallaba en Roma
un Chileno ilu tre, algo pariente suyo, y
en quien se juntaban los apellidos de Ro–
drfguez del Manzano y Ovalle de Pastene,
los mismos precisamente que se leían en
las hojas de sus
Arbo/, s,
habría ido á verle
para, de paso que cum plfa con los oficios
del parentesco, darle cuenta del libro que
acababa de escribir, y pedirle algunos datos
más con que enriquecerlo, ya que no tu–
viera tiempo para hojearlo y corregirlo á
su placer, si lo juzgaba digno de la impren–
ta. Juzgado tal por el Chileno, y hechas,
quizás por él, ó por el propio autor algunas
correcciones y añadiduras en el manuscri–
to, pudo muy bien suceder que convinieran
los dos en que el impresor Franci co Cava–
llo, que corrla con la
e
tampa de la
Histo–
n'ca
Rdacion,
se encargara también, corno
práctico en la lengua castellana, de la im–
presión de los
Arboles.
3736.-Arte de Ingenio, Tratado de
la Agvdeza. En que se explican todos
los modos,
y
diferencias de Conceptos.
Por Lorenco Gracian. Dedicala al Prin–
cipe Nuestro Señor. Con Privilegio en
Madrid, Por luan Sanchez, Año
I
642.
Acosta de Roberto Loren\;'O, Mercader
de Libros.-En 8.
0
,
de 152 hs., s. 8 p. n.
EL
P.
BALTA AR
GRACIA .
Véan e Latassa
(m,
268-69)
1
Backer
(1, 2221)
y
Sommervogel (D.,
I ;
B.,
111
1
1647;
1x,
948)
1
como también, más adelante,
«El
Hcroe ....
»
y
las
«Obras de
Lore111;0
Gra-
úan....
».-Es curioso que, habiendo escrito
tantas
y
tan notables obras nuestro autor,
sólo hablen de é ta Alegarnbe (pág. 549) y
Sotuelo (pág.
102).
3737.- Arte de . la Lengua Guarani
por el P. Bias ,Pretovio
de.JaCompañia
de Jesus. 1696.-
.EL
P.
PABLO
RESTIV
(?).
Así lo afirma Torres Saldarnando, según
el cual, «en 1696 publicó con el anagrama