CASOS RAROS
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cía,
y
mezclando además unas noticias con
otras, nos habla el P. Murillo Velarde, en
su
Historia
de la Provincia de Filipinas,
de los « Casos raros,
q
empezo el P. Diego
Luis de Sanvitores, estando de Passante en
Madrid, y por aver dado principio a aquel
Librito con dos, o tres pliegos, que escribi
el P. Christoval de Vega, se tiene por u
Author: pero lo fu e en realidad el
P.
Sanvi–
tores.... Tambien atribuyen (añade) al
P.
Gc–
ronymo Lopez el Librito de los Casos raros.
Este inconveniente tiene, el
q
los Autho–
res no pongan sus nombres» (hoj. 318
1
v.:
cfr.
320).
Es tanto más singular el modo como
aquí se explica el P. Murillo Velarde, cuan–
to que p.arece imposible que no hubiese
leído más de una vez el
Prólogo
castellano
que antepuso el P. Alcina
á
su traducción
de los
Casos raros,
cuyo título pusimos
arriba al núm. 3 20.-«Por Marzo del afio
de mil y seiscientos y sesenta y tres llego
(dice) a mis manos un libro breve en tomo,
pero mui grande en valor, intitulado Casos
raros de la Cófession. &c.... Luego que [lt>
J
vi y lei me confesse por obligado a tradu–
zirle en la lengua Bisaya.... ». Da cuenta
á
continuación de lo que principalmente le
obligó
á
ello, y asegura que fué «a <lemas
de la materia, el autor del Libro que (aúque
viene impresso en nombre del Padre Chris–
toual de Vega, preposito de la casa professa
de Valencia, que conosco muy bien, y es
persona que en obras de mucho mayor es–
tudio y siencia a dado ya al mundo aven–
tajadas noticias de su mucho caudal y sabi–
duria), se dice por sin duda ser del Apos–
tolico Varon, y honrra de la
Compai~ia
en
este siglo el P. Geronimo Lopez, a quien
por de la mesma Religion, (aunq ue es mo–
tiuo mas general) por de la mesma prouin–
cia, donde Dios me trajo a ella, que es la
de Aragon, por de la mesma naturaleza,
pues nacimos ambos en Gandia.... a quien
devo.... la especial voluntad que conoci....
y desseo reconocer mejor con esta obra....,
me determine a dar los ratos, que de lo for–
zoso del Ministerio.... me fuesse possible,
con que al cabo de 7 meses acabe este
Libro.... ».
Tal vez pareciera al P. Mµrillo Velarde
TOMO IU.
poco fundamento el de un simple «se dice»,
aun con el refuerzo de «por sin duda», para
testimonio de quien se declaraba tan rela–
cionado con el autor de los
Casos,-
pero
tampoco podía ignorar que no era fácil que
pudiera valerse de otro más expresivo el
que, salido de Zaragoza, donde le alcanzó
la orden de partirse para Filipinas,
á
19 de
Abril de 1631, había llegado
á
Manila á 26
de Mayo del ail.o siguiente, veinticuatro
antes de que se estampara en Valencia el
libro de su antiguo compañero.-Asi, pues,
rechazada por puramente gratuita la supo–
sición del P. Murillo Velarde, ni más ni
menos que la del P. García, pasemos á ver
la intervención que conced,e Rodríguez al
P. Vega en la publicación de nuestro
fa–
moso librito. Habiendo avisado que éste
se tradujo á los idiomas polaco, latino é
italiano, af¡ade: «En
el
Latino, imprimía
lo mas selecto el M.
R.
P.
Cln·istoval de
T-ega, ...
Siguiese por esta traduccion' La–
tina, a inserir dicha Obra, entre las del
P. Vega, D. Nicolas.... sin mencion del
P. Lopez¡ porque se descuidaron, en minis–
trarle estas noticias» (pág. 166).-A pesar
de lo que tan gallardamente afirma Rodrí–
guez, no tenemos idea de que haya tra–
ducción latina de los
Casos raros,-
ni aun
hallamos siquiera, fuera de él, ningún bi–
bliógrafo que la mencione, incluso el mismo
icolás Antonio.
Concluyamos advirtiendo que el P. Cas–
sani, de quien hablamos algo más arriba,
hasta en su
Hútoria
del Nuevo Reino de
Granada, llama al libro
«Casos raros de la
Confessi<m,
que compuso el\ enerable Pa–
dre Geronymo Lopez, y se dio al publico
con el nombre de el Padre Christoval de
Vega» (pág. 567); que el P. Santalla, en el
Abúmo
2.º(págs. 3, 73) y en el
3-°
(págs. 303
1
324, 404)
1
lo atribuye igualmente al P. Ló–
pez; que el P . Patrignani, de acuerdo con
cuantos biógrafos hay del insigne misio–
nero, le alaba también en su
llfenologio
por aquel <\celebre libricciuolo,
Casi' rari
dc/!11
Confasszo11e,
che va sotto il nome del
P. Cristoforo Vega» (n, 38:
cfr.
40 de la
2.• ed.); y que, últimamente, el mismo Me–
dina, en su
Biblt'ogr. de Fi'lipiiias,
pesaroso
de haber dado crédito y seguido á Murillo
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