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este manjar, proseguimos
Simwim(Jfn(t cu:rame.nto ca–
en el camino que hemos to-
ridad cuyaita shungucwncpi
mado de la virtud Jiasta
rupachicuc ninashinanni;
llegar
á
Horeb , monte de
chainnantct millai aicha casi–
Dios
1.
Estos frutos y otros
/layan,mana alli mw1w.icuna
innumerables solamente los
jarcayan, caricarilla tuct111r
perciben los que comulgan
chic cai oausavpi at·itrwyac–
dignamente; pero quienes
tci atin¡,gwpao; cai sunnai–
lo hacen de otra suerte, co-
111(///W
caraita cha quish"car.
men
y
beben su condena-
manta, alli causaipcw ftanpi
eión; pues es propio de las
catinchic sztmac Dios Ya–
cosas buenas aprovechar to-
yaman
1
chayangaC(///na. Cai
madas
á
su tiempo,
y
da-
caicuna ctllicunataca santa
i1ar fuera de sazón. Es, por
Comunionta alli chasqiiicou–
tanto, necesaria la confe-
nallcnni chasquin, mamt
t
El profeta Elías atemorizado por la persecución de
J
ezabel , huyó al desierto del sur de
J
udá.... Y tendién–
dose en el suelo quedóse dormido
á
la sombra de un enebro:
cuando hé aquí que el Ángel del Señor le tocó
y
dijo :
Levántate
y
come. El proreta miró atrás
y
vió á· su cabe–
cera un pan cocido al rescoldo . . .. comió ... : y confortado
con aquella comida, caminó miarenta días y cuarenta noches
hasta llegar
á
Horeb (Sinaí), monte de Dios, en donde se le
apareció el Señor todo bondad y clemencia
(II.I
Reg. 19,
1- 12).
En este pan milagroso reconoce la Iglesia una de
las figuras más excelentes de la divina Eucaristía (véase Off.
Corporis Christ!). En efecto, así como Elías. confortado por
el 1an del Ángel pudo hacer el viaje por el desierto durante
cuarenta días
y
cuarenta noches, así la agrada Eucaristía
fortalece nuestra alma contra los enemigos
y
nos alienta
IÍ.
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