dad, que e Cristo Nue h·o
mae graeiapac, allí eau ai–
Seíior, el mi roo que habien-
pae eallariemi tiyan , Pai–
do nacido de la
Virg~n
San-
quiquin Apunehie Jesueris–
tisima
y
ido enclavado en
to eausaclla111i: Paiquiquin
la cruz por nuestros peca-
ma1'i Virgen Santct María
dos, ahora está sentado en
lmiesa111anta pacarimush–
el cielo á la diestra de
pa, ?tueanchie juehaeuna–
Dios Padre. Levantad so-
manta crnwpi ehacata,slwa
bre los sentido el ánimo
eáshpa, cunan januw paeha–
y
la razón; porque no es
pi Dios Yayapae allí ma–
pan lo que véis, sino las
quipi tiyacue. Ama aicha
especies y accidentes depan,
!"íahitihuan rie1tiehiech1t, ya–
con los cuales se cubre el
llinrac yuyaihuan ynyárii–
cuerpo vivo y verdadero de
ehic¡ ari tandata mana
Cristo. Esto lo hace la
ricunguiehicclnt, yallinrae
v:irtnd divina, que no ería
tctnda 1·iechacllata, cltaihuan
divina si su alteza
y
ma-
Apu1whie Jesueristopae q1ti–
je tad las pudiese compren- ¡
quin causac cuerpomi quill–
der la razón humana. Con
JJ.aslwa can. Gaita tu
~ti
ati–
la palabra de Dios, con que
pac Dios rurán¡ ehaiect ma–
fueron hechos el cielo y la
na Dio&pacchtt eaninarn, ni–
tierra, se hace también esta
na Pctipae ccvpaecaüa, su–
divina obra. Si habéÍs, pues,
muecaita yityana, unaiwha–
de hospedar á tan alto
y
nct u haepiea. Pai Dios
podero o Rey, fácil es de
mari imashinajanae pacha–
entender qué limpieza de
tct; cai pachalct nishpallu
c.orazón e necesita para
mana imai11anta rurarea,
que los ojos de esta tan
'hinallatao oai Sumao Sa–
grau Majestad no hallen en
eramentota ni hpalla ruran.
vuestras almas nada que les
Gai smnac Diosta, Paiqui-