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maría . Por esto, pu
quien
In ushiehinga anto Rosa-
Y como el mismo almo se reza no l'ara vez en diferentes
oficio , también u palabras deben ser entendida de nn
modo diferenle según su po ición variada en la liturgia.
De estlt manera el salmo en la liturgia de la Iglesia se
asem ja
á
una piedra iireciosa que,
á
p sar de ser una .ola,
resplandece en los colo1·es más variados.
Lo que son ·n la liturgia de la Iglesia lo salmos, es
en el Rosario el A.vemaría. ¿Podrá , pue , decirse tambi6n
del A.vemaría que es una piedra preciosa que res1Jlandece en
colore variados, es decir, que sus palabras se han de enten–
der en diferente sentido según la di ferencia de los mi teríos ?
Podemos decir que sí, con .tal que admitamos en el término
"gratia plena", con que alabamo á María, una gmdación,
esto es, si la vida de gracia
y
virtud de
~Iaría
antí ima se
demuestra progresivamente por medio de los misterios clel
Rosario.
En efecto, como la luz de la aul'ora se dif rencia de la
del sol , así la plenitud de gracia en ifaría se clife,.encia de
la del alma de Cristo
y
l l'incipaliúente en que aquélla no
ha sido perfecta desde el principio, sino que progresaba
y
se aumentaba intrínsecamente. La gracia en María, seme–
jante á la de otros h ombres
in slatu
vü11,
ha siclo capaz de
un crecimiento continuo, es decir, de un aumenlo en me–
dida
y
eficacia. Los teólogos distinguen en María no sola–
mente , como en Cristo, los estados de la gracia
y
de la
gloria, sino tambjén una doble antificación,
á
la cual corres–
'ponde un doble estado de la vida santa ele María sobre la
tierra: el primero es el de la preparación
á
la maternidad
divina; en el segundo, que comienza con la encarnación del
Verbo Divino, María es múda físicameute, luego de una
manera más íntima que cualquier otra criatura, con el
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