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594

dolorosos

6

gloriosos

1 •

quishpicltiipac snnto misle–

Los ignorantes, si no pueden

riocwnata yuyacuna mai>ca–

meditar, ganan las iudnlgen-

cltwn

2.

rica

y

hermo a,

y

luego, conolttída la alabanza de María,

pasamos cada vez al "bendito fruto de tu vientre, J e ú ''.

En la segunda parte del Avemaría pedimos por un pequeño

fruto del misterio que estamos meditando, es decir , por al–

guna gracia para nuestra pobre alma. En los salmos 'el

sentido literal di ta á veces mucho del litúrgico -místico,

según el cual deben ser rezados

y

meditados,

y

la relación

entro ambos sentidos es de vez en cuando más bien exterior

que interior; pero en el Rosario la relación entre el mi tcrio

que se medita

y

las palabras rlel Avemaría es interior

y

orgánica. Así e conserva

(1

la oración del Ro ·ario su ca–

r:icter ele unidael ,

y

ele la oración vocal

y

do la meelitación

no se hacen dos devocioue · existentes eu í miomas que so

jecutau de un modo paralelo, sino que se ponetrau, clova1;

y

perfecciouan recíprocamente. P or medio de la anunciación

de un misterio nos representamos en una imagen inte1·ior el

acto respectivo de la Redención -

compositio loei

- ;

y

.contemplando de este modo á María, la saludamos

y

·reli ·i–

tamos á causa ele la gracia que reluce del misterio respec–

tivo, hablamos con ella como hijos con su madre, sirvién–

dono de las palabras del Avemaría,

y

la pedimos por una

gracia relativa al misterio.

Este método de reunir en el rezo del Rosario la medi–

tación de los mi terios con la pronunciación de las palabras

del Avemaría , nos parece el más sencillo y que al mismo

tiempo obvia del mejor modo la distracciones.

l

Véa e la nota 2 en la pág. 5 .

2

Benedicto

Xll, 26

de mayo de

1727,

§

4.