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dolorosos
6
gloriosos
1 •
-¡
quishpicltiipac snnto misle–
Los ignorantes, si no pueden
riocwnata yuyacuna mai>ca–
meditar, ganan las iudnlgen-
cltwn
2.
rica
y
hermo a,
y
luego, conolttída la alabanza de María,
pasamos cada vez al "bendito fruto de tu vientre, J e ú ''.
En la segunda parte del Avemaría pedimos por un pequeño
fruto del misterio que estamos meditando, es decir , por al–
guna gracia para nuestra pobre alma. En los salmos 'el
sentido literal di ta á veces mucho del litúrgico -místico,
según el cual deben ser rezados
y
meditados,
y
la relación
entro ambos sentidos es de vez en cuando más bien exterior
que interior; pero en el Rosario la relación entre el mi tcrio
que se medita
y
las palabras rlel Avemaría es interior
y
orgánica. Así e conserva
(1
la oración del Ro ·ario su ca–
r:icter ele unidael ,
y
ele la oración vocal
y
do la meelitación
no se hacen dos devocioue · existentes eu í miomas que so
jecutau de un modo paralelo, sino que se ponetrau, clova1;
y
perfecciouan recíprocamente. P or medio de la anunciación
de un misterio nos representamos en una imagen inte1·ior el
acto respectivo de la Redención -
compositio loei
- ;
y
.contemplando de este modo á María, la saludamos
y
·reli ·i–
tamos á causa ele la gracia que reluce del misterio respec–
tivo, hablamos con ella como hijos con su madre, sirvién–
dono de las palabras del Avemaría,
y
la pedimos por una
gracia relativa al misterio.
Este método de reunir en el rezo del Rosario la medi–
tación de los mi terios con la pronunciación de las palabras
del Avemaría , nos parece el más sencillo y que al mismo
tiempo obvia del mejor modo la distracciones.
l
Véa e la nota 2 en la pág. 5 .
2
Benedicto
Xll, 26
de mayo de
1727,
§
4.