ESTUDIOS INDIGENAS,
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racruz, Valencia, Pamplona, Cartagena, Santiago, Tru–
jillo y los innumerables · nQmbres del martirologio ro –
mano con los cuales acompaiiaron
a
los nombres in–
digenas.
Esto ultimo es precisamente lo que distingue las
tendencias
~le
las dos razas conquistadoras que fun–
daron la civilizacion americana. Mientras que la 'raza
anglo-sajona no ha respetado sino los nombres indigenas
de las grandes maravillas de su naturaleza, sustituyendo
aquellos con nuevos nombres, la latina ha sabido
conservar el de cada sitio, pueblo 6 ciudad, ol–
vidando el del santo patrono impuesto por los conquis–
tadores, primero, yen seguida por los misioneros. Des–
pues de mas de tres siglo8 ha prevalecido, en la ma–
yoria de los casos, el nombre americano, babiendo de–
saparecido por completo los nombres cristianos. Como
ejemplo de esta lei de geografia politica podemos citar
a
Mejico, Yucatan, Guatemala, Nicaragua, Caracas, Cu–
mana, Bogota, Quito, Lima, Cuzco, Chuquisaca, Para–
na., Paramaibo, Maracaibo y otros tantos nombres de
ciudades y pueblos del Nuevo Mundo. Desde Mejico
hasta el Cabo de Hornos, se conserva en toda su
pureza la nomenclatura geografica de los indigenas
del continente, no solo en las grandes masas de los
Andes, en las provincias, rios y lagos, sino tambien
en los sitios y aldeas mas insignificantes.
Esta conservacion de los nombres indigenas du–
rara todavia por mucho tiempo en la America de1
Sur. Lenta en el desarrollo de sus poblaciones y co–
mercio, con dilatadas regiones todavia incultas, y sin
inmigracion sostenida que oponga u na barrera
a
sus
disturbios civiles, la America del Sur tiene que ser
puramente conservadora. Exceptuando una que . otra lo–
calidad, donde las
grande~
necesidades del progreso ban
tenido que fundar nuevos pueblos, el desarrollo social,
en lo general, esta constantemente retardado por di-