ur.
LAS SALINAS.
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· CAPÍTULO LXXVII.
Cómo el copilan Peranzures con su real partió el 1·io de los
Churichos arriba,
é
del gran trabajo que llevaban,
é
de cómo
pasaron muy cruelisima hambre,
é
se morian muchos indios,
é
indias, y españoles.
Delerminados, pues, el capitan Peranzures é los que con
él estaban, de caminar el río arriba de los Chunchos para vol–
ver
á
salir al Chuquiavo. desde donde volvieran
á
infu;~
de otra entrada que fuese sin tanto peligro
é
más breve para
entrar en la tierra, no tenían comida nenguna, ni olra cosa
hallaban para poder sustentar sus personas que ,palmitos que
sacaban de lo interior de unas palmas grandes que por allí se
criaban, _é de yerbas silvestres del campo; caían tan grandes
aguaceros que era cosa de gran compasíon verá los tristes del
arte que iban andando por allí sin tener ningun conhorte,
y
era tanta el agua que de los cielos caía, que la ropa que te–
nían vestida de sí ella propia se desmenuzaba,
é
queriendo
adobarla se rompía más. No embargante todo esto, corno de–
cimos, cortando con las hachas abrían el camino que habían
de ]levar,
y
como la tierra era tan áspera
é
dificultosa, con
azadones hacían los pasos para que los caballos pudiesen
pasar;
é
los ríos que hallaban rodeados de grandes céspedés
los allanaban
é
hacían de tal manera que los caballos por ellos
pudiesen pasar;
é
las ciéna.gas, que muchas topaban aunque
eran pequeñas, cortaban tanta rama que con tierra que en–
cima echaban hacían tambien camino para pasar. La gen te