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ur.

LAS SALINAS.

379

· CAPÍTULO LXXVII.

Cómo el copilan Peranzures con su real partió el 1·io de los

Churichos arriba,

é

del gran trabajo que llevaban,

é

de cómo

pasaron muy cruelisima hambre,

é

se morian muchos indios,

é

indias, y españoles.

Delerminados, pues, el capitan Peranzures é los que con

él estaban, de caminar el río arriba de los Chunchos para vol–

ver

á

salir al Chuquiavo. desde donde volvieran

á

infu;~

de otra entrada que fuese sin tanto peligro

é

más breve para

entrar en la tierra, no tenían comida nenguna, ni olra cosa

hallaban para poder sustentar sus personas que ,palmitos que

sacaban de lo interior de unas palmas grandes que por allí se

criaban, _é de yerbas silvestres del campo; caían tan grandes

aguaceros que era cosa de gran compasíon verá los tristes del

arte que iban andando por allí sin tener ningun conhorte,

y

era tanta el agua que de los cielos caía, que la ropa que te–

nían vestida de sí ella propia se desmenuzaba,

é

queriendo

adobarla se rompía más. No embargante todo esto, corno de–

cimos, cortando con las hachas abrían el camino que habían

de ]levar,

y

como la tierra era tan áspera

é

dificultosa, con

azadones hacían los pasos para que los caballos pudiesen

pasar;

é

los ríos que hallaban rodeados de grandes céspedés

los allanaban

é

hacían de tal manera que los caballos por ellos

pudiesen pasar;

é

las ciéna.gas, que muchas topaban aunque

eran pequeñas, cortaban tanta rama que con tierra que en–

cima echaban hacían tambien camino para pasar. La gen te