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DR LAS SAÚNAS.

381

j

El ruido que el agua hacia entre aquellos

espeS.os

montes

·1

eya lanto, que unos

á

otros

.no

se podían entender; el sol por

ellos nunca jamás era_ visto.'

y.

babia

~na ~scurid~d

tM

tris.te

,

qu~ v.erd~deramente.

parecia .aquella tierra.ser

m~

para tor- ·

.. -

~n:;iento

de clemoni'os..q,ue no para babitarla

fa

gEinte

hum~n·a

..

·.

La gente de .servi:cfo

á. ~ás

andar iba toda .pereciendq·. Con la

. retaguardia siempre los·

~apitanes

mandaban qt\e las eséua–

dras viniesen; del bagaje que traían ya lo más se babia que-

dado.

É

como la hambre creciése , conformándose con su mi–

s~ria,

mataban para comer .los caballos ;

y

de

ésto~~

miembro genital era por ellos comido; las tripas

é

inmundícias

no se fatigaban por mucho las lavar, de í'.:ualquier suerte co–

mian lo que podían haber. Como con todos estos traqajos

é

aflicciones aún no pudiesen andar por aquellos caminos, por

las grnndes ciénagas

é

rios que hallaban, forzosamente

é

contra su voluntad acordaron de revolver sobre el rio para

desde allí acordar lo que harian;

é

vueltos al rio , en aquel

pequeño pueblo que junto- á la ribera de él estaba se quedó

Juan Alonso Palomino con diez

y

siete españoles, para poder

tomar algun indio que los encaminase

é

guiase por dónde ha–

bian de ir. Juan Alonso era hombre tan entendido en la

~uerra,

así de indios como de cristianos, que conociendo que los in–

dios se haiíian de retraer

y

esconder en parte que no los pu–

diesen halla1· , determinó con sus compañeros de se poner en

una emboscada tan ocultamente. que no fuesen de ellos

vistos.

El real ya de allí era partido; Palomino estaba en la ce–

lada puesto,

é

dende

á

un rato vieron que diez indios con

üeras cataduras,

~nos

de

E.in

turas_, las armas en las manos,

las mantas ceñidas, venían en unas balsas,

é

llegados

á

la ri–

bera del rio cuatro

ó

cinco de ellos, viendo

á

unas indias de

los cristianos que de cansadas se habían quedado, quisiel'on

ir para las tomar y tirarles la ropa que traían vestida ; ya

que estaban despojándolas, salió Palomino con los ciistianos

que e taban con él

á

procurar de tomar alguno , é fué Dios

servido que un Antonio de Marchena, natural de 'illagurcía