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DE LAS

SALINA~.

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nombre de César temido. Y estando puestos en esta órden,

Rodrigo Orgoñez mandó a1 capitan Pedro de Lerma que con

algunas lanzas fuese

á

ver adónde llegaban los enemigos,

é

haciéndolo así se partió

á

lo poner en efeto. Remando Pizarro

é su gente venían caminando con buena órden, yendo siem–

pre corredores que reconociesen los contrarios, é Pedro de

Lerma anduvo hasta que los vió venir, é dió la vuelta

á

su

puesto diciendo que ya cerca de el los estaban.

É

ya el sol de–

clinaba é la noche queria venir, y Hernando Pizarro con sus

banderas tendidas allegó

á

ponerse no muy léjos de sus ene–

migos;

y

entre entrambos reales estaba un pequeño río.

É

como la noche viniese, puestos en arma la pasaron los unos é

los otros, con el temor

y

esperanza que el lector puede ver,

é jamás de la una parte ni de la otra salieron

á

tratar de paz

ni de medio alguno, tanto era el aborrecimiento que se tenían.

É

luégo otro dia bien de mañana, Hernando Pizal'l'O mandó

que moviesen para los enemigos, habiendo primero oido Misa;

é yendo caminando, allegaron al camino real de los Ingas,

llamado Co1lasuyo; é atravesando este camino, fueron por

otro que iba báci'a la fortaleza, con voluntad de volver á los

contrari~s

por la parte de arriba de donde tenían asentado su

real. Y estarian de ellos hasta media legua, é allí, Remando

Pizarro, delante de los capitanes é más gente, comenzó de

justificar su causa diciendo que Almagro movió la guerra, que

él en aquella ciudad estaba por Justicia en nombre del Rey,

é lo había prendido é maltratado, como todos sabían,

y

que

más por cumplir con sus pundonores que .no por acordarse de

la injuria pasada, deseaba castigar á los que, siguiéndo

á

Al–

magro é sus desatinos, habiap sido parte para que hiciese los

yerros pasados; é que pues ellos y él, por mandado del Go–

bernador, venían

á

recuperar la ciudad del Cuzco é sacarla

de la opresion que Almagro 1a tenía, que hiciesen como ca–

balleros lo que debían

á

su amistad, pues concluida la guerra

había muchas provincias

é

descubrimientos que repartir, lo

cual en ellos

y

no en oLros se había de encomendar. Y dicién·

doles m_ás,

que

si Dios les diese la victoria, se hobiesen en