un
LAS SALINAS.
325
Vasco de Guevara: «á la carnecería me enviais» ; otros dicen
que no dijo más de que ya no era tiempo. Lo uno
é
lo otl'O
he oido á personas de crédito,
é
yo no quieró ser juez de
opiniones.. Como Orgoñ ez oyó lo que Vasco de Guevara había
dicho, calando la vi$era, arremetió
á
lo~
enemigos diciendo:
"¡Santiago, á ellos!» Ya Hernando Pizarro
é
los suyos estaban
de· la otra. parte del arroyo,
é
los unos
é
los otros decían
"l
viva el Rey! ,,,
é
tenían por apellido Almagro
ó
Pizarro;
é
como. ya estuviesen juntos, arremetieron los unos contra
los otros)
é
los indios dieron gran grita.
El capitan Salinas, acertándole una pelota de al'Cabuz,
cayó muerto,
y
Marticote, soldado valiente, con mucho ánimo
se puso en su lugar; é haciendo gran ruido comenzaron de
herirse mortalmente los unos á los otros. El alférez general de
los de Chile, llamado Francisco Hurtado, dicen que mirán–
dolo mal se pasó con el estandarte
á
los contrarios; muchos
de los de Chile, sin probar sus personas, volviendo las rien–
das á los caballos, se fueron huyendo,
é
otros de los de á pié
se escondían
ent~·e
algunas pared es arruinadas que por alli
estaban:.
y
el arcabucería de Pizarro hacia gran daño. Los ca–
pitanes ya se hab:an afrontado unos con otros ,
y
algunos ha–
bían caido muertos
y
heridos; el ca pitan Pedro de Lcrma, mi–
rando contra Hernando Pizarro, á grandes voces arremetió
contra él llamándole de traidor,
é
tan grande encuentro le
dió, ·que le hizo arrodillar el caballo,
é á
no llevar tan bue ·–
nas armas le matara,
y
echando mano á su espada se me–
tió entre los enemigos.
É
como los de Chile anduviesen des–
ordenados por causa de los que se huyeron, los de Pizarro se
mostraban ya señores del campo, é uno de ellos á grandes
voces comenzó
á
·decir: "¡victoria, victoria por Pizarl'O!" Or–
goñez que peleando andaba, que le oyó, arremetió á él
é
le
dijo: "no la verás tú, villano,,,
ó
diciendo esto, le metió la
espada por la boca
é
cayó muerto en tierra. El capitan Euge–
nio de Moscoso, discurriendo por la batalla,
fué
herido mor–
talmente
é
cayó en el sucio. Pedro de Lerma, despues de ha–
ber hecho lo que debía
á
buen capitan, cayó en una parto