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RZOBI

•po

DE LIM .

243

(und cion del oratorio de

n Felipe eri . 1.ién–

tras el venerable Camacho engrandecia la e nva–

lecencia de Sán Diego; el presbi.tero D. Antoni

Davíla fundaba otras para sacerdotes pobres, ne–

gros, y mulatos de ambos sexos. El indio Nicolas

de Dios y su piadosa consorte reunían en un es–

trecho recogiiniento piadosas mugeres, que debian

servir de base para el ejemplar monasterio de

capuchinas. Las amparadas en su arrepenti–

miento por Lemos y Castillo recibían una pro–

teccion eficaz. Al mismo tiempo se fomentaban

las fundaciones de beletmitas, conmunmente

llamados barbones.

ra dar mayor esplendor al

culto había r su o la

u~rte,

e se crearan dos

canongia

d

o

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ai

la

caiedrales del

uzco, Are lJl , Truj · o

y

Santiago

~e

Chile

' ejemplo e las que "rist· an em. Charcas

y

Lima.

En el gobierno eclesiástico no dejó de inquie–

arse el Virey Arzobispo por las discordias y de–

n1a ias, que ofrecían los cabildos en sede vacante.

La provi ion de curatos, hecha por el de Hua-

nga, tuv que someterse á grandes inodifi–

ca iones par· alvar lo derechos del patronato.

En cuanto ' la doctrinas de regulares? hubo

necesidad de combatir el grave abuso

d,~

que los

propietario quedasen en los

convento~ ,

gozando

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