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DE LIM .
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(und cion del oratorio de
n Felipe eri . 1.ién–
tras el venerable Camacho engrandecia la e nva–
lecencia de Sán Diego; el presbi.tero D. Antoni
Davíla fundaba otras para sacerdotes pobres, ne–
gros, y mulatos de ambos sexos. El indio Nicolas
de Dios y su piadosa consorte reunían en un es–
trecho recogiiniento piadosas mugeres, que debian
servir de base para el ejemplar monasterio de
capuchinas. Las amparadas en su arrepenti–
miento por Lemos y Castillo recibían una pro–
teccion eficaz. Al mismo tiempo se fomentaban
las fundaciones de beletmitas, conmunmente
llamados barbones.
ra dar mayor esplendor al
culto había r su o la
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Santiago
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Chile
' ejemplo e las que "rist· an em. Charcas
y
Lima.
En el gobierno eclesiástico no dejó de inquie–
arse el Virey Arzobispo por las discordias y de–
n1a ias, que ofrecían los cabildos en sede vacante.
La provi ion de curatos, hecha por el de Hua-
nga, tuv que someterse á grandes inodifi–
ca iones par· alvar lo derechos del patronato.
En cuanto ' la doctrinas de regulares? hubo
necesidad de combatir el grave abuso
d,~
que los
propietario quedasen en los
convento~ ,
gozando
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